Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá

22 RAUL PORRAS BARRENECHEA los países europeos, ligados a España por el pacto de la Santa Alianza. La eficacia de los esfuerzos diplomáticos desarrollados cerca de la Gran Bretaña y Francia, la colaboración decidida del ministro inglés Canning, y la actitud de Estados Unidos, suma– dos a la obstinación irreductible de España y a los triunfos definitivos obtenidos por los americanos, desbarataron aquella aparatosa confabulación europea en contra de la libertad del nuevo continente. La Gran Bretaña, disidente del congreso de Verona y de las maniobras diplomáticas monarquistas fué avanzando, en sucesivas etapas, desde el reconocimiento de la beligerancia de las colonias españolas hasta el establecimiento de relaciones mercan– tiies y la designación de agentes consulares. La notid.a del triunfo de Ayacucho, determinó el reconocimiento de la independencia de México, Colombia, Buenos Aires y Chile. Pero faltaba el recono- cimiento del Perú. Don José Joaquín de Olmedo - a_creditado en Londres y Paris con Don José Gregorio Paredes, como Ministros Plenipotenciarios peruanos- aseguraba, en junio de 1826 (16), a su gobierno, que éste no seria reconocido por la Gran Bretaña, «mientras la República exista bajo el régimen dictatorial de Bolí– var», opinión que fué confirmada a Vidaurre y Tudela, delegados peruanos en Panamá, por el comisionado inglés Dawkins (17). Según Olmedo, la campaña de difamación contra la dictadura de Bolívar, que obstaculizaba el reconocimiento de la independencia peruana, era dirigida en Europa por Riva Agüero el que figuraba en las cortes europeas como, presidente del Per.ú desposeido del mando, que volvería a ocupar derrocado «el mayor déspota del universo» ( 18). España, a pesar de la efectividad de la separación de sus colo– nias, y del reconocimiento inglés, de la declaración de Monroe y de los consejos de sus aliados europeos no se decidía a aceptar la emancipación y a aprovecfiar las ventajas que se le ofrecían por este acto. Se atribuye a Fernando VII haber dicho que se corta– r ía un brazo antes que firmar el reconocimiento de la independen– cia de América, frase que, según Villanueva, podría hacerse con justicia extensiva a todos los españoles de su época, entre los que no hubiera habido un solo Ministro que refrendara tal decisión. En tanto España no hacía, en realidad, ante las cancillerías europea (16) Pág. 300 de e te volumen. (17) Pág. 378 de este volumen . (18) Pág. 217 de e te volumen. .·1

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