Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá
t','' 26 RAUL PORRAS BARRENECHEA ciaciones, a auxiliar a esas islas para que recuperasen su libertad· y se erigieran en estados independientes (25). En este sentido, dijo Pando, se instruyó a los plenipotenciarios peruanos a la Asamblea de Panamá, a la que la cuestión debía ser sometida. Otro problema americano que preocupaba la atención de todos los nuevos gobiernos, desde 1825 era la actitud del Imperio del Brasil, al que se le suponían secretas comunicaciones con la Santa Alianza y miras imperialistas sobre sus vecinos . La agresión de un comandante de fuerzas brasileras de Matto Grosso a la provincia boliviana de Mojos y Chiquitos había producido el acercamiento üistintivo de Buenos Aires, el Perú y Colombia. Morales, Ministro de relaciones exteriores del Perú, circuló a todas las naciones, comunicando la realización de este atentado; y convocando a la unión, aunque, decía, contagiado de jactancia bolivariana, «que el ejercito unido de Colombia y del Perú por su brillante estado, por su valor y disciplina, puede valer y es suficiente por si solo para repeler las injurias y llevar la desolación hasta la capital del mis– mo imperio» (26 ) . La Argentina solicitó insistentemente del Perú el envío de un agente diplomático a la corte del Brasil, para que, en unión del representante argentino, reclamara de la agresión a Chiquitos. El gobierno de Chile estimaba que la actitud brasilera era el principio de una invasión por parte de la Santa Alianza europea» (27). Tales precauciones se desvanecieron a poco con la noticia de la evacuación de Chiquitos, realizada por el propio agresor comandante Araujo (28). Pero, en 1826, renacieron las desconfianzas de los pueblos hispanoamericanos ante la actitud brasilera en la Banda Oriental y la guerra declarada entre Buenos Aires y el Imperio por la posesión de la provincia Cisplatina. En Colombia y el Perú se echó la culpa de la situación al gobierno de Buenos Aires, pero se recelaba excesivamente de las miras am– biciosas del Brasil y se creyó llegado el momento de atraer a los argentinos a la asamblea de Panamá. Según Pando, en nota al colombiano Armero, la Asamblea del Istmo debía asumir entre los beligerantes el «honroso papel de mediador». El gobierno del Perú tenía, particularmente, otra pesadilla internacional, a la que hacen alusión gran número de notas y cir– culares peruanas de 1826. Era ésta la propaganda antibolivariana (25) Pág. 128 de este volumen. (26) Pág. 98 de es te volumen. (27) Pág. 264 de este volumen. (28) Pág. 107 de este volumen.
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