Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá
., 30 RAUL PORRAS BARRENECHEA Hombre cultísimo, con una vasta erudición jurídica e histórica, que atestiguan las profusas citas de sus discursos, vacila siempre en los meandros de la acción.~ Intelectual puro, su actitud más característica es la contradicción. Su exaltación de ánimo lo lleva siempre a los extremos: se apasiona por los contrarios, y un día halla irrebatibles y se entusiasma con los argumentos que desechó el día anterior. Dialéctico implacable se dió el gusto de rebatirse a sí mismo a los setenta años, condenando sus opiniones libre– pensadoras emitidas en su juventud en un libro compungido y católico, que tituló "Vidaurre contra Vidaurre". En la primera época de la revolución su cerebro se debate entre postulados opues– tos y dogmáticos: su lealtad al rey y sus deberes de americano. Se inclina a unos y otros con imprudencias que pueden comprome– terlo, y halla por fin la síntesis salvadora en una posición refor– mista, por la que se despeña su entusiasmo ideológico. El consti– tucionalismo de 1812 es su fórmula~ a un propio tiempo legal y revolucionaria. Como tal es uno de los grandes panegiristas de la constitución gaditana. La vida sin embargo le sorprende en una desadaptación cons– tante. El virrey desconfía de sus entusiasmos constitucionales y consigue su traslado fuera del Perú. La revolución de Pumacahua, de 1814, en el Cuzco, le ofrece en homenaje espontáneo de admi– ración a su independencia de espíritu, la presidencia de la junta revolucionaria. Pero Vidaurre rechaza el honor porque se halla a igual distancia del servilismo que de la revolución. Al cabo de servir algunos puestos judiciales en las secciones de América, Vidaurre rompe necesariamente con el despotismo y como ama instintivamente el contraste se va a vivir a los Estados Unidos en plena democracia libre. En Filadelfia estudia las leyes del país y se nutre en el ejemplo vivo de las costumbres. Desde Filadelfia dedica a Bolívar su "Plan del Perú" escrito en 1810 y publicado en 1823. Bolívar, sugestionado a la distancia, por la entereza y brillan– tez del pensamiento de Vidaurre, le escribía frases a tono, con el estilo hinchado y sentencioso del antiguo oidor colonial. "El Perú necesita de algunos Vidaurres, pero no habiendo más que uno, éste debe apresurarse a volar al socorro de la tierra nativa que clama e implora por sus primeros hijos, por esos hijos de predilección". Pero la amistad entre Vidaurre y el héroe, sufre las bruscas alter– nativas y contrastes propios del carácter de aquel. Al entusiasmo apologético de Vidaurre por Bolívar corresponde éste con honores: lo nombra para instalar la Corte de Justicia de Truj~llo, Presiden-
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