Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá

EL CONGRESO DE PANAMA 521 za. Bolívar jugó entonces la política de dividir al potencial adver– sario, aprovechando la coyuntura favorable que ofrecía la política inglesa. "Las condiciones de la política exterior inglesa eran muy diferentes -dice Renouvin (29)- Gran Bretaña necesitaba conser– var la libertad de tráfico de las rutas marítimas con el fin de ase– gurar la importación de las materias primas necesarias para su in– dustria y encontrar mercados de exportación en Europa y fuera de ella. Su política tenía, pues, a la vez, un horizonte extraeuropeo y otro continental". Durante las guerras napoleónicas -entre 1808 y 1814- Gran Bretaña había obtenido del gobierno español concesiones para el comercio con sus posesiones americanas. Las exportaciones se multiplicaron en forma espectacular y el gobierno inglés no pen– saba abandonar este mercado en el momento de la gran expansión de su industria. Su apoyo en principio a los nuevos Estados tenía una base sólida y realista, solamente limitado por el interés de mantener garantías de estabilidad contra la anarquía jacobina o contra su tranquilo tráfico con todos los gobiernos americanos. De ahí la posición inglesa como mediadora en el conflicto entre Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata, y la suscripción de un tratado comercial con el Gobierno de Buenos Aires en 1825. Bolívar, sopesó largamente los pro y los contra del apoyo bri– tánico. Prevaleció su criterio de realismo político. En carta a San– tander, de 28 de junio de 1825. (30), le dice: " ... nuestra federación no puede subsistir si no la toma bajo de su protección la Inglate– rra" ... "esta alianza no tiene más que un inconveniente, y es el de los compromisos en que nos puede met r la política inglesa"... "Yo le opongo a ste inconveniente esta reflexión: la exi tencia es el primer bien: y el segundo s el modo de existir"... Razonando corno filósofo, al mi mo tiempo qu como estadista, el Libertador acepta la protección ingl sa como una garantía fren– te a la Santa Alianza y para as gurar lo urgent , o sea la exist ncia. Pero esta aceptación no stá h cha sin r s rvas. El v ía 1 peligro de comprometer a los Estados hispanoamericanos en la política in– glesa, vale d cir n 1 engranaj de un nuevo colonialismo. Lógica– mente, su pensamiento deb proyectar a una pr visión s gún la cual los Estados hispanoamericanos f d rados, una v z ufici nte– mente fuert s y unidos, deberían desprend rse de esa onerosa ''protección''. (29) Ob. cit. (30) Lecuna.

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