Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá

522 RAUL PORRAS BARRENECHEA Para asegurarse el apoyo británico, y el envío de un represen– tante suyo en Panamá, Bolívar desarrolló una activa campaña di– plomática. El agente colombiano en Londres daba seguridades a la Corte de Saint James sobre la estabilidad constitucional, y hasta conservadora, de los nuevos Estados; sobre la seguridad del comer– cio y sobre sus intenciones amistosas respecto del Brasil. Para con– firmar esto último, el propio Imperio del Brasil fue invitado, como ya se ha dicho. En un Memorándum entregado al Cónsul inglés en Lima, se– ñor Rickets, (31) Bolívar expone el proyecto de la confederación y pide el reconocimiento de la Santa Alianza a las naciones na– cientes. No deja de mencionar el incremento que obtendrían el po– derío y el comercio ingleses gracias a una alianza con los Estados hispanoamericanos independientes. La política intervencionista francesa, manifestada en 1823, pre– cipitó los acontecimientos. Canning alzó la voz y dio a entender claramente que la marina británica se opondría a cualquier expe– dición de reconquista. Esta circunstancia motivó la aparición en escena de un nuevo protagonista: los Estados Unidos. En torno al año 1824, la política exterior de los Estados Uni– dos se encuadraba dentro de un conjunto de objetivos aparente– mente contradictorios pero sometidos todos a la ley suprema del "interés nacional", o lo que más tarde se llamaría "el destino ma– nifiesto". La unión o de los Estados norteamericanos representa– ba, en primer lugar, el triunfo de una revolución liberal, burguesa y anticolonial; la primera de esta naturaleza en el mundo, y, en cierto modo, fue el modelo en el que se inspiraron los ideólogos de la emancipación hispanoamericana. Había, por ello, una coinci– dencia ideológica y un común interés, frente a los intentos de do– minación o supremacía de las monarquías europeas. Por otra par– te, Estados Unidos tenía importantes relaciones comerciales y asuntos importantes que resolver con España. El gobierno de Washington demoró el reconocimiento de los nuevos Estados ame– ricanos hasta después de la adquisición de la Florida y, aún así, lo hizo bajo reserva de que se trataba simplemente de la admisión de un hecho -la imposibilidad de España de reconquistar sus po– sesiones- pero no se pronunciaba sobre el derecho (32). Queda– ban, por otra parte, los territorios insulares tan importantes de Cuba y Puerto Rico. Estados Unidos no quería que cay ran en po- (31) Id. (32) Renouvin. ob. cit.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx