Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá
44 RAUL PORRAS BARRENECHEA tes, reglas para la guerra marítima y particularmente en lo que se refiere a la adopción de reglas de intercambio comercial. En materia de comercio los Estados Unidos se hallaban dis– puestos a reconocer la hermandad que los unía a los demás pue– blos de América. Se propendería al más amplio intercambio co– mercial. Las ventajas comerciales concedidas a una potencia ex– tranjera, se harían extensivas a todos los estados americanos. Los barcos de las naciones americanas tendrían para la exportación e importación, los mismos derechos y gabelas que los nacionales . "Si las naciones eran iguales -decía Clay- miembros comunes de una familia universal, por qué debía existir algo que no fuera igual entre ellas en su intercambio comercial" (49). La alianza, pues, que proyectaban los Estados Unidos, difería del ideal bolivariano de una comunidad política con autoridad internacional, en provecho de la paz y tendía al moderno pan– americanismo, por la contemplación principal de los factores ma– teriales y la standarización de reglas técnicas y económicas. La demora producida por los debates en el Congreso y en la expedición de las instrucciones determinaron la tardanza de , los delegados norte americanos. Estos no pudieron incorporarse al Congreso, Anderson murió en Cartagena hallándose en viaje a Pa– namá y Sergeant, llegó a la ciudad del Istmo cuando la asamblea se había ya trasladado a Tacubaya. Puede así decirse: que, por su incomprensión de los móviles del Congreso y por la extemporánea llegada de sus delegados, los Estados Unidos estuvieron moral y materialmente ausentes del Congreso de Panamá. Un último delegado de actuación casi exclusivamente proto– colaria, hubo en el Congreso de Panamá y fue este el coronel Van Veer enviado de su S. M. el Rey de los Países Bajos. Van Veer tenía encargo de presenciar las reuniones de la asamblea y de anunciar la buena disposición de su país a los pueblos de Amé– rica, cuya independencia no había reconocido por "guardar por ahora cierta armonía con las potencias del continente Europeo'' pero a los que se había determinado ya a mandar consules. Van Veer carecía de credenciales, por lo que la Asamblea, declarándose agradecida a las disposiciones favorables del Rey de los Paíse Bajos, decidió en sesión de 13 de julio de 1826, tratar con él solo en forma privada e individual. (49) Byme Lockey, Ob. cit., pág. 445.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx