Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá

48 RAUL PORRAS BARRENECHEA yo 1826), se refería a "las nuevas instrucciones que se trasmiten a los plenipotenciarios del Perú, en la Asamblea General" ( 53). Tudela en su correspondencia con Bolívar alude también a la "primera" y a las "últimas instrucciones" (54). Gual y Briceño Méndez expresan a su gobierno, en comunica– ción de 10 de abril de 1826, que habían notado un cambio impor– tante en las declaraciones de los representantes peruanos, a partir de esa fecha que es la del ingreso de Pando a la cancillería peruana y que este cambio obedecía a nuevas instrucciones recibidas. Los plenipotenciarios colombianos se quejan amargamente de esta va– riación: "Es preciso confesar -dicen a la cancillería colombiana– que semejantes alteraciones en la conducta de un gobierno que de– be su existencia y su vida al de Colombia, nos ha sorprendido en extremo. Ellas han destruído completamente la base de nuestras operaciones, que consistía en la perfecta unidad de principios Y de sentimientos entre los plenipotenciarios de aquella república y la nuestra" (SS). En esta vez, como durante el curso de la asamblea, los delega– dos colombianos, juzgaron la actitud del Perú, y la de las otras nacio– nes concurrentes, que no se sometieron a sus particulares opiniones, como muestras de egoísmo, de espíritu local y de falta de un amplio espíritu solidario. Tales afirmaciones recogidas más tarde por histo– riadores de la misma nacionalidad carecen de fundamento . Influí– do por ellas, el norteamericano Byrne Lockey, en su documentado y minucioso libro sobre los orígenes del pan-americanismo, habla "d~ la defección del Perú" de la idea fraternal (pág. 360 de su li– bro) . No huoo tal defección. El Perú fue el más decidido sostene– dor de la alianza, entonces y después, pero no podía serlo en mer– ma de su propia autonomía. La sujeción a Bolívar y a la idea con– federativa le había costado ya el sacrificio de Guayaquil y el Alto Perú. Su erario se hallaba exhausto por el sostenimiento de los ejércitos colombianos a los que mantenía en su territorio, trascu– rrido ya un año de la batalla de Ayacucho. Pero Colombia exigía, aún, que el Perú le prestase hombres y dinero para extender qui– zá su dominio a Cuba y Puerto Rico y para llevar la guerra a Es– paña y que resolviese además en beneficio colombiano el inmenso diferendo de fronteras existente entre ambos. La supuesta defección del Perú, consistía en sacudirse de una (53) Pág. 128 de este volumen. (54) Carta a Bolívar, Panamá 11 de Abril de 1826, O' Leary, X, pág . 114 . (55) O'Leary, XXIV, pág . 318 .

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