Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá

80 RAUL PORRAS BARRENECHEA El Gobierno del Perú celebró en seis de julio de aquel año, un tratado de alianza y confederación con el plenipotenciario de Colombia, y, por él, quedaron ambas partes comprometidas a inter– poner sus buenos oficios con los Gobiernos de América, antes espa– ñola, para que entrando en el mismo pacto, se verificase la rewuón de la Asamblea General de los confederados. Igual tratado con– cluyó en México, a 3 de octubre de mil novecientos veintitrés, el Enviado extraordinario de Colombia a aquel Estado y hay razones para esperar que los otros gobiernos se someterán al consejo de sus altos intereses. Diferir por más tiempo la Asamblea General de los Plenipo– tenciarios de las Repúblicas que he hecho están ya confederadas, hasta que se verifique la accesión de las demás sería privamos de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su insta– lación. Estas ventajas se aumentan prodigiosamente, si se contem– pla el cuadro que nos ofrece el mundo político, y muy particu– larmente, el continente europeo. La reunión de los plenipotenciarios de México, Colombia y el Perú se retardaría indefinidamente, si no se promoviese por una de las mismas partes contratantes; a menos que se aguardase el resultado de una nueva y especial convención sobre el tiempo y lugar relativos a este gran objeto. Al considerar las dificultades y retardos por la distancia que nos separa, unidos a otros motivos solemnes que emanan del interés general, me determino a dar este paso, con la mira de promover la reunión inmediata de nuestros plenipo– tenciarios, mientras los demás gobiernos celebran los prelimina– res que existen ya entre nosotros sobre el nombramiento e incor– poración de sus representantes. Con respecto al tiempo de la instalación de la asamblea, me atrevo a pensar que ninguna dificultad puede oponerse a su rea– lización en el término de seis meses, aun contando el día de la fecha; y también me atrevo a lisonjear de que el ardiente deseo que anima a todos los americanos de exaltar el poder del mundo de Colón, disminuirá las dificultades y demoras que exigen los preparativos ministeriales, y la distancia que media entre las capi– tales de cada Estado y el punto central de reunión. Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino, colocado, como está, en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por la otra el Africa y la Europa. El Istmo de Panamá ha sido ofrecido por el Gobierno de Colombia, para este fin, en los trata– dos existentes. El Istmo está a igual distancia de las extremidades;

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