Obra gubernativa y epistolario de San Martín
8 JOSÉ A. DE LA PUENTE CANDAMO Caballero. Manuel Perez de Tudela. Manuel Texada. Juan Esteban Gárate. Manuel del Valle. Miguel Antonio Vertis y García. Manuel Alvarado. Juan Echevarria. Tiburcio José de la Hermosa, Síndico Procurador General. Antonio Padilla Síndico Procurador General. * Del lunes 16 de Julio de 1821 Jamás vió Lima, ni en el estado de su anterior esclavitud era posible que viese dia tan solemne y tan plausible como el de ayer, en que la reunion de sus vecinos en cabildo abierto, y la declara– cion pública de la voluntad universal le hizo advertir que entraba por la primera vez en el exercicio de los derechos de un Pueblo in– dependiente y libre. ¡DIA QUINCE DE JULIO DE 1821! ... Día me– morable que fixa la época de la regeneracion del Perú: mas bien diremos, la de su existencia.- Bórrense, si puede ser, de la memoria de los hombres los tres siglos que pasó aletargado en la cadenas de un gobierno despótico. Despertó por fin al eco de una voz mages– tuosa que venida desde las extremidades de este continente, le de– cia. SOMOS LIBRES: DEBES TU SERLO TAMBIEN. Y desde en– tónces supo estimar sus derechos, y suspiró por recuperarlos: mas no se reanimáron sus esperanzas sino para sentir mas pesado el yugo de inhumanos opresores, en cuyo tribunal era un crimen hasta el pensamiento de la libertad. Gloria al ínclito Varan, al LIBERTADOR generoso del Perú, Guerrero esforzado que vino á romper nuestras cadenas! Gloria al intrépido Cochrane que renunció á los honores en su patria prefi– riendo la prosperidad de estos Pueblos! ¡Gloria á los invencibles Ge– nerales que por ella han trabajado y trabajan con tan heroyco pa– triotismo! Gloria á los bravos de la Patria que por nosotros arros– tran denodados los peligros y la muerte! De quán eterna gratitud se han hecho dignos! Su valor, su ardimiento, sus rápidas victorias se deben al inmortal Gefe cuyo ·genio benéfico, transmitido hasta en el último de los soldados que militan baxo de sus órdenes, ha sido el instrumento que para libertarnos destinó esa providencia divina que trastorna quando y como le place el trono de los reyes y dis– pone con adorable sabiduria de la suerte de los Pueblos. La presen– cia del General San Martin embotó las armas del enemigo obsti– nado en perpetuar nuestra opresion. ¡Esfuerzo inútil! Ya huye con sus tropas cobarde y despechado, dexando á esta Ciudad desarmada, saqueada y expuesta á los estragos con que presumía verla exter– minada á conscuencia de la íntriga mas negra y mas feroz. ¡Gracias
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