Obra gubernativa y epistolario de San Martín

ÜBRA GUBERNATIVA DE SAN MARTIN 15 su sabiduría y providencia!. . . No debemos ahora ocuparnos en la justicia, necesidad, conveniencia y legitimidad de esta resolucion, re– conocida y confesada por casi todas las naciones de Europa, por los sentimientos racionales de todo hombre por bárbaro que sea, y decidida por las últimas operaciones de la misma parte interesada. Lo que insta en el momento, es determinar y decidir valerosamente ¿si es este el oportuno y preciso de obrar? La generosidad del Señor General en la noche en que desempeñé la comisión referida, quan– do implorábamos su socorro contra el hambre que llenaba de men– digos nuestras puertas y nuestras calles, y nuestros hospitales de enfermos: contra la desolacion de nuestros sembrados, instrumentos de labranza, fondos capitales de nuestra subsistencia, de la de nues– tros hijos y de las generaciones venideras de nuestros compatrio– tas: quando con la vecindad de sus tropas esperaban nuestras inde– fensas mugeres, tiernos h ijos y azoradas familias, que acaso esa mis– ma noche fuese la última de su existencia, pereciendo víctimas del furor de los indígenas conmovidos en las provincias inmediatas, y de la plebe que es arrastrada por la embriaguez, tumulto y confu– sion: en tan ominosa noche, quando todo bambaleaba y fluctuaba en las olas y en el buque en que buscábamos yo y mis compañeros al Señor SAN MARTIN: este General, cuyas virtudes militares y po– líticas prometen el feliz cumplimiento de la regeneracion de esta América; á la primera abertura de nuestra proposicion reducida á que, ante todas cosas nos socorriese, defendiese y precaviese de to– do peligro interior y exterior: "reservando (como si estuviese en nuestra mano y fuese ella robusta, y no tuviese todos los músculos y resortes ya paralisados) corresponderle por gratitud lo que era conseqüencia del derecho de conquista que tan dolorosamente rey– na y se practica en Europa. Asía y América española-se prestó: pronunció casi sin deliberarlo, el otorgamiento de nuestro ruego, condescendiendo generosamente en que difiriésemos la declaracion de la independencia hasta el tiempo en que pudiésemos hacerlo de– corosamente, removido el peligroso estado de la cercanía del exérci– to y vuelta del General La Serna. que nos amenazaba con sus cap– ciosas respuestas; y ofreciéndonos nuestro Libertador proveernos de exércitos y recursos para nuestra subsistencia y defensa á logro de su gloriosa empresa. Ya todo está al alcance de nuestros sentidos: tropa, oficiales ex– pertos, valerosos, amantes de la gloria, exaltados por el amor de la patria, subordinados, verdaderos militares, guiados por SAN MAR– TIN hijo de la victoria que tenemos asegurada por su religion y vir– tudes morales. Ya nuestro pueblo participa del mismo entusiasmo:

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