Obra gubernativa y epistolario de San Martín

16 JOSÉ A. DE LA PUENTE CANDAMO vuelven los que se hallaban emigrados: salen de las cavernas los otros que se hallaban escondidos para no ser arrastrados por ese exército que abandonando la ciudad no perdonó a inválidos y en– fermos, quienes veian su ruina y sacrificio en cada paso de esa in- .. cierta jornada. Ya se alistan todos nuestros jóvenes, y ofrecen sus vidas por la patria y su justa causa. Está echada la suerte: y desde el antiguo palacio habitacion que fué de los virreyes nos avisa ayer el Señor General que nos congreguemos para deliberar ¿si es llega– do el punto, el momento de nuestra suspirada declaracion? ¿No con– curriremos al voto unánime y sentimiento general de todos? ¿Lo di– lataremos? ¿Lo deliberaremos? ¿Nos arredrará el temor vano, ó qual– quiera que sea el peligro incierto de lo futuro? Esta ciudad es la pri– mera de esta América. Por trecientos años ha sido el centro del go– bierno, exemplo y reguladora de todo. Cuzco, Arequipa, Huamanga, todas las villas y poblaciones del reyno tienen á este momento fixos en ella los ojos: ansian por su valerosa decision: anhelan por su tes– timonio, aunque demorado, siempre loable, de los esfuerzos heroy– cos que han repetido para sacudir el yugo de la opresion. Están ciertos, de que aún restan armas á los despojados -spoliatis arma supersunt- y que la elástica reaccion ha de ser vehemente, pronta, activa y feliz. Desde nuestras elevadas cordilleras hasta los mas pro– fundos valles y playas arenosas del oceano pacífico se ha congrega– do y corre veloz el fuego eléctrico de la libertad y de los dones y bienes de la independencia, que ha de purificar á este emisferio. Ja– mas presentará el teatro del mundo otra oportunidad mas favorable. ¡Independencia del suelo americano! Quién pudiera pintar al vivo tu hermosura y dignidad, para que te amasen los hombres todos co– mo mereces! Quando el socorro de la razon no bastase para elegir entre los males y circunstancias que todos palpamos; tú, Dios supremo que dispones de los imperios y de la suerte de las naciones: tú que ins– piras ideas de valor, confianza y esperanza á los hombres que las di– rigen y representan- anima, enciende, ilumina el entendimiento y conforta los corazones de este congreso, (como humildemente te lo ruega y pide para exaltacion de tu santo nombre y el de tu eterno Hijo hecho hombre y promulgador de tu verdadera religion) á fin de que allanado este primer paso, cese el interregno, se establezca el gobierno provisorio pacífico se premie la virtud y se castiguen los delitos, y haya el órden para cuya conservacion han sido insti– tuidas todas las potestades. *

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