Periódicos: El Pacificador, El Triunfo de la Nación, El Americano, Los Andes Libres, El Sol del Perú

consonancia con el trato paternal que el Rey quiere usar col_l esta porcion de sus sub· ditos , y pretenden dictar reglas a la edu– cacion adquiridas por principios y a la ex– periencia de muchos años, y que en fin sin traer utilidad alguna al nuevo mundo, lo han puesto acaso con los desaciertos al bor– de del precipicio (7). ¿ Quales han sido las causas ? el espí– ritu de venganza en unos por juzgar desai– res y agravios las justas negaciones del go– bierno, la ambicion de otros por llegar a mayor altura en su carrera, y, respecto de todos, el fundamental trastorno que han su– frido las ideas. en lo político y moral, y la gran brecha que en estos últimos tiem– pos ha abierto la exaltacion del ánimo en las repectuosas relaciones de los subditos con la autoridad (8). . Oportunamente podria añadir aquí otra pregunta acerca de mi sucesor; (9) pero co– ,mo en el estado ~ctual pudiera darse a mi ·expresion un motivo muy distante de la rec· titud de mis intenciones~ y del idioma de ingenuidad que siempre he usado, (10) ten– go resuelto no hablar de él, sino en hechos, que puedan servir a mi desagravio. Ni es tampoco este lugar de contestar a las atro– ces y vehementes .calumnias con que se di– lacerán mi honor , providad y celo, en la célebre intimacion , con que se me conmi– nó para la cesacion en el mando. Separa· do ignominiosamente de él, trato t.le mi res– titucion a la Peninsula, en que quando la propia percepcion de mis brillantes triunfos, y constantes servicios executados a la faz del mundo ; no desmientan las torcidas atin– gencias con que se increpa el pacífico goce de mi buena reputacion, responderé a to– <fos con documentos terminantes , é ine'.1'– pugnable!\ de mi fiel procedimiento (11), en cuyo justo sostén me he desvelado de un modo que nadie me excederá, y á cuyas fatigas y mor~ales tareas es debida la re~pe­ table fuerza que he organizado en el alto y baxo Perú {12), los innumerables auxi– lios que he dispensado aun a los lejaiios territorios que no ernn de mi pertenencia (13), y haber mantenido inmune el reyno a pesar de los reveses de la adversidad y de los esfuerzos inevitables de la insurgen– cia a¡¡olpados últimamente qual nunca ( 14). Lo que sí no debo omitir en estepa– pel, es la dolorosa consideracion que par~ los buenos y sensat~ trae una insurreccion militar como la que acabo de padecer, con que se ha barrenado Ja representacion so– berana del Rey (15), y asaltadose a la au– toridad de su vice-Regente en estas remotas distancias , prestandose un exemplo de in– subordinacion y arr~jo, con que queda des– quiciada y.a, para siempre, la piedra angular que mantenia en tan apartadas regiones el único resorte, de que depende en ellas Ja conservacion del órden , y la forzosa depen– denci~ que lo wantitme; y expuestos lo~ go· 136 biernos al débil arbitrio de las pasienes. por haberse roto el único freno de respeto y mi– ramiento que desde el descubrimiento de la América las sujetaba ( 16). Puede recelarse que ya no haya otra ley que la. marcial (17) y el impetuoso acaloramiento de los milita– res, y que la direccion de las bayonetas sea el único norte de Jos acaecimientos; por que aunque la estudiada prudencia, con que a ~ost~ de todos mis sacrificios , le cortó el éxito criminal de los que se preparaban ton– tra la fiel Lima , solo por expulsarme ha– ya dexado sin. consumacion los instantes apercibimientos con que se me conminaba; y a la barrera de Ja regia representacion se ha pisado con innaudito escandalo , y a foer de aparentes acusaciones de la perversidad, abierto el camino para no reconocer nun– ca en él mando el inviolable respeto de su orígen , sino consultar únicamente el impe– rio de la propia conveniencia (18). Muy sensible me es dex.ar en e~te las• timoso estado un vireynato, cuyas fatigas, cuidados y responsabilidades he procurado, llenar aun mas alla de lo que permitían mis aptitudes físicas y morales ( 19 ); con todo lo he entregado en situacion , de poder re- . sistir al enemigo San Martín, acampado a doce leguas de esta capital (20). Estas pro– pias circunstancias tan críticas y expuestas demandaban la mayor meditacion, pulso y_ cordura. para el trastorno intentado (21). Cuando mi conducta fuese perjudicial ~l pro· pio éxito feliz de la guerra , bien constan-, te les era a los gef~s, que los ·pasos de ella, su progreso y mo·vimientos dependían en todo lo directivo de una junta de genera– les (22), en que tenia el primer voto ese mismo La Serna su confere<lado , por cu.. yo medio y el de otros vocales podían ha– cer quantas insinuaciones reservadas gradua– sen convenientes en bien del servicio, sin en– trar en un estrépito tan escandaloso y de un exemplo el mas pernicioso, miéntras mi1 contestaciones oficiales , mis procederes y ulteriores órdenes no diesen esperanza de conformidad a sus designios (23). Pero al mero grito de abuso muy estudiosamente aparentado, aunque desmentido por la lar"' ga experiencia de lo pasado, acompañan de aolge, y sin el menor antecedente de recla.– ~acion ó de descontento, el torrente mons– truoso de la violencia mas descabellada, a. prestar en el mismo acaecimiento la rna1·ca. mseparable del verdadero punto a que se dirijióel inflamado empeño del dañado Com– plót de operantes y auxiliares de su cla– se que lo produjeron. Debe ser satisfecho ··como corresponde ~1 respeto de mi representacion hollada (24); debe ser indemnizado el honor el de un ge~eral antiguo buen servidor (25), y de– be consultarse en el modo posible la. u1·· gente reparacion de la obediencia y subor– dinacion , que se han derrocado. La dies– tra. previ&ion de V. E. divi&ará toda la. en•

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