Periódicos: El Pacificador, El Triunfo de la Nación, El Americano, Los Andes Libres, El Sol del Perú

ponsabilidad". Pero el segundo afronta una situación doblemente conflictiva, pues debe calcular la presión de las fuerzas libertadoras y la imponderable potencia del enemigo que lo desafía en su propia retaguardia. Deja tras– lucir una dramática perplejidad ante su destino histórico: simulando una ofensiva política al ofrecer generosidad y olvido a cuantos hubieran incu– rrido en los delitos de insurrección y ·deserción, y volcando temores y que– jas en los apuntes que privadamente redactó para preparar su memoria. Por una parte, el virrey Pezuela es el gobernante activo y previsor. Aplicóse a organizar la defensa del territorio confiado a su autoridad, en cuanto tuvo noticia de la derrota sufrida por los ejércitos españoles en la batalla de · Maipú {5-IV-1818) . y, temiendo una inminente acción de las fuerzas emancipadoras sobre el virreinato ·del Perú, trató de conocer con exac– t·itud los aprestos· de la Expedición Libertadora; dirigf,ó a los chilenos una invitación táctica, para que rindieran sus armas y se establec;ieran en paz {20-ll-1820 }; dictó las reglas que los pobladores peruanos debían observar, frente a los presuntos enemigos que apareciesen en la costa ( 11-VIII-1820); prometió premios pecuniarios a las unidades del ejército y la marina que se distingitiesen en alguna acción de guerra contra las patriotas u obtuvieran sobre ellas alguna vict.oria (9-X-1820 ). Pero al mismo tiempo apresuró ia realización de sucesivos actos públicos, para solemnizar la promulgación y la jura de la Constitución libetal de 1812, que estudiadamente había dife– ri.do durante varios meses y cuyos dictados presentó entonces como base de una conciliación; se dirigió al general ]osé de San Martín, · para concertar un armisticio y reunir a los plenipotenciarios de ambos bandos en una con– ferencia destinada a discutir condiciones de paz; y, temiend-0 que ~e fuera adversa la suerte de las armas, esforzóse por evitar una confrontación mili– tar. En verdad, ensayaba el virrey un doble juego: pues exhibía sus activas previsiones para el ·combate y adoptaba una táctica dilatoria; se mostraba animoso ante sus parciales, y sólo deseaba relajar la beligerancia de los patriotas. Indudablemente percibía los efectos que en la moral de sus fuer– zas causara la inesperada potencia de la Expedición Libertadora, y apenas podía ocultar su desconcierto. Quizá se sintiera ·tan estrechado como en una prisión. Y, sumamente desatentado, deslizaba quejas y acerbas críticas a sus Golaboradores, al pergeñar los apuntes preparatorios de su memoria. Ante la insolvencia de su administración, se revuelve contra la incapacidad de los funcionarios, y contra la avaricia y la indiferencia de los contribu– yentes. Prorrumpe en denuestos contra el pueblo laborioso, que le negaba todo apoyo al dominio peninsular y en diversas formas demostraba su dis– posición levantisca: "Menestrales de todas las castas de está ciudad, casados, cargados de hijos, de vicios y de oposición a tomar las armas ... gente sin vergüenza, estímulo ni honor, a quien a pesar de esto es preciso tener con– tenta en las presentes circunstancias de ser más temible esta chusma que los hombres buenos" ( 19-Vll-1820). Una y otra vez desahoga las impre– siones ocasionadas pot la fuerza y la audacia crecientes de los patriotas limeños, pues: "Son muchos los adictos al sistema de independencia, que ocultos y aun pagados por los enemigos fomentan su partido con no pocos progresos" {20-Vlll-1820 ); "no pocos enemigos encubiertos que por des– gracia teníamos entre nosotros, y acaso entre filas" (20-X-1820); "esta capital .. . no deja de tener bastantes enemigos encubiertos y una inmensa XVI /

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