Periódicos: El Pacificador, El Triunfo de la Nación, El Americano, Los Andes Libres, El Sol del Perú

los cambios experimentados y las providencias que se hubiese autorizado. Fueron ellas: la Gaceta del Gobierno Legítimo del Perú, cuya edición se halla jalonada por el itinerario que en su retirada siguió el menguante poder de los realistas; y la Gaceta del Gobierno, aparecida en la Lima independien– te desde el 16-Vll-1821. Pero estas publicaciones oficiales se limitan a la inserción de las disposiciones políticas y administrativas, los movimientos mi– litares y algunos sucesos exteriores. El debate entre ellas es sólo implícito; y, con particular intensidad, lo entablan otros periódicos, cuya responsabilidad atañe a escritores e inipresores que buscan la comunicación con el pueblo. Noto1iamente diverso el estilo del periodismo entre los realistas y los patriotas: pues aquellos intentan socavar las posiciones logradas por las fuer– zas libertadoras y desprestigiar a sus conductores; y éstos aspiran a erigir una nueva forma de convivencia social, basada en la libertad y la dignidad de los ciudadanos. Los primeros sueñan todavía en la continuidad de la unión entre España y América; alegan que la guerra libertadora ha sido encendida por la acción de mercaderes ingleses y agentes extranjeros; niegan o ensombrecen las virtudes y los co1Wcimientos que animan a los patriotas; y a la postre dejan traslucir su habitual intolerancia, su escasa dis[JOsición para el diálogo, su proclividad a la diatriba, su frustración y los desahogos de su impotencia. En forma característi.ca, lo denota El Depositario (iniciado en Lima, a 22-Il-1821; siguió en Huancayo, Huamanga, Cuzco; y concluyó, con el N'! 119, en el Callao, a 9-Xl-1824), que redactó el veleidoso Gaspar Rico y Angulo, y mereció las punzantes burlas del clérigo José Joaquín de Larriva en El Nuevo Depositario (6 números: 18-VIII a 15-Xll-1821) y La Nueva Depositaria (1'!-V-1825), así como en las ingeniosas estrofas de La Angulada. A otra proyección obedece el periodismo al,entado por los patriotas, porque se lo considera como un instrumento indispensable para dar sólida constitución al nuevo régimen. Inserta crónicas y documentos, con el pro– pósito de ofrecer al, pueblo la necesaria información sobre las alternativas de la guerra y los trabajos del gobierno; y sus comentarios tienden a orien– tar la opinión, en cuanto exponen los fundamentos teóricos y prácticos de las providencias políticas y administrativas. Su concepción es más moderna que la advertida en los voceros realistas, porque recoge y hace la noticia. Es serio y ágil, agudo y versátil, ilustrado y panfletario, según lo exigieran las cir– cunstancias. Y su estructura ideológica es tan coherente como severa pues debió cumplir una doble tarea: probar la caducidad y la inaceptabilidad del régimen colonial, y coadyuvar a la consolidación del frente civil en la cam– paña libertadora. En consecuencia, se inclina a declarar la ruptura con la herencia hispánica, en tanto que ella estaba asociada con la opresión ultra– marina, los privilegios injustos, la inconveniente explotación de las riquezas naturales, el ausentismo espiritual y la intolerancia; y, leal a la voluntad de aplicar la razón y la justicia en el gobier1W del país, tiende a rehabilitar el valor de la cultura prehispánica, a reco1Wcer y asumir los avances que la ciencia hubiese experimentado en el mundo entero, y a reclamar wia política basada en la dignidad y el bienestar de todos. En síntesis: el perio– dismo patriota se aplica a la preparación del futuro, en un lúcido afán por superar las turbulentas alternativas que a la sazón ofrecían los sucesos co · tidia1WS. XXIII

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