Periódicos: El Pacificador, El Triunfo de la Nación, El Americano, Los Andes Libres, El Sol del Perú

2 vado a su me cito' no era regular pro– vocarlos á que cediesen par~e de él, despues de las quantios3s erogaciones ~on que han contribuido agotando sus restos de numerario y de existencias en cupos y pensiones, al estrema de casi nivelarlos con las personas que ni por su origen , patrimonios y servicios han podido contar con fondos, ni tit!nen oblígidones recomendables f!Ue soste– ner. Pudieran tales ¡escritores emplear mejor sus talt:ntos, luces y discursos en arbirrios para aliviar al pueblo y al gobierno en las ailiccion~s que le c.er– can, y serian elogiadas sus produccio· nei. Aun no se Jts censuraría si cuestio· nasen.sobre si es convemente que los estrangeros nos introduzcan armas y víveres , ó si será mas útil repeler .sus al:lxilios para qu~ fivrezcan nuestra agriqilrura, y fabricas exitadas por Ja necesidad, y que se copien doctrinas d .e autores eco.oómi.cos poluicos aco· tnQQadas al J;>~rú, y á nuestra localidad y apuros. Escas y otras cosas OC} dañan á nadie , y dé 'Su discusion puede el go bierno deducir algunas providencias que salven la patria , objeto pdncipal que nos interesa. Dispense V. mis ad– vertencias , y mande á su afectísimo Q. S. M. B. Lima y marzo de r821. El amante á la verdad. CONTESTACION. Muy señor mio y de mi aprecio: he leido con tanto agrado l:i reconven· cion que me ha hecho V. sobre la falta de cumplimiento á las promesas que hice al público en el prospecto de este periódico, que no he podido n ·sistii me á insertada c0n pref°cre;:ncia á otros ar– t1culos de mayor inren:s. Es verdad que me comprometí solemnemt·nte á no manchar mi papel con per:.onalidtt· des odiosas, sinv á s~guir 1.ts regl.ts cun que se h;i sancionaJo la libcnaJ po!ítica de la imp1enta , y creo haber· las observaJo ha!)ta abura , no admi· tiendo ni publicando articulo alguno contra la conducta privada de lus par– ticulares. Así es que á nadie se le ba sacado, ni se le sacarán jamai por mi conducto, sus defectos personales, por– que nada tenemos que ver con el hom– bre aisl¡do , ni con sus debilidades y miserias. No sucede así con tos em– pleados públicos , porque siendo unos miembros de:! la sociedad que por cierto sueldo se oblj_gan á dexar sus negocio~ para acudir exclusivamente a los de aquelh, par'e<:e· justo que tqdo ciuda· dano tenga derecho para reconvenir ... les quando no los desempeñen e xacta· mente. El deseo de poner un freno á la arbitrariedad de los que gobiernan) h~o á las córtes sancionar la libe.rtad política -de la imprenta ; y este fin nun– ca se lograria , si las operaciones peculiares a los funcionarios públicos no pudies~n censurarse quando lo me– rezcan. Este procedimir:nto lexos de producir discordias y exfüacion de pa· si9oes, contribuye á la mejor adminis– tracipn de lGJs pueblos, y soto tiene por enemigos á los apasionados del antiguo. sistema. El editor de cierto .p¿riódico d¿ España , contestand0 á una· recon• vencion de esta especie , dice·: ,, Una de las primeras obligáciones, y ·quizas Ja mas prioc1pal de todo periodista es, dem:mcifl r a la opinion pública. las mct– las acciones de qualquier indiv.iduo, siempre que estas procedan del mal uso en el desempeño de su cargo 'ó:ent-– pleo .: mal uso siempre perjudidal al cormm de la sociedad, y por lo t anto de interes general para ella. Es ciert'4 clase de censura como la que ·practi– caban los romanos, aunqué no una ma• gistratura como entre ello5. ¿ Q llién no sabe . quanto contribuye para mante– nernos constantes tn d riel cumplimlen• to de nuestras respectivas obligacio– nes el salüdable temor de un AR.T ICULO c~MUNICADo , ó sea de la publica~ior¡ de nuestros dt:sacicrtos? Este temor ~ es.tiende á todas las clases y personas ( exepto á la del rey) , y su influencia ha causado maravillas en mil ocasio– nes. Muchos tendrao presente que du– rante la guerra con Napoleon , varios escritores reprehendiéroa la poca fir– meza de algunos de nuestros soldad<>s, puede que injustamente ; pues sin em• bargo, en la gloriosa batalla de Albu– hera, en que nuestro exército compit~cS en valentía , disciplina y denuedo con los de nuestros aliados , uno de lo~ oficiales que mas se distinguieron en ella, marchando espada en mano con• tra los enemigos al frente de su tro- 46

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