Primer Congreso Constituyente

154 PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE l. Que se observe rigurosamente el reglamento, cuidando el go– bierno por todos los medios que estén al alcance de su autoridad, que se reúnan los siete vocales que componen la mencionada Junta. 2. Que se complete por la municipalidad el número de vocales, ex– cluyéndose a los que por sus destinos, ya sea de Diputados, ya de Fis– cales, Jueces civiles y eclesiásticos, y demás que por sus empleos de– penden del poder . ejecutivo, están impedidos de ejercer dicho cargo. 3. Que hecha la nominación de los referidos vocales se pase 'la lis– ta al Congreso.- De orden del mismo lo comunicamos a V. S. para que el ,Presidente de la República expida las providencias convenientes pa– ra su cumplimiento.- Dios guarde a V. S. muchos años. Lima Mayo 12 de 1823.- 49- y 2<1- Manuel Ferreyros, Diputado secretario- Francis– co Herrera, Diputado secretario.- Sr. secretario de Estado en el depar– tamento de gobierno.- Lima Mayo 13 de 1823.- Guárdese y cúmplase lo resuelto por el Soberano Congreso en la orden que antecede; y en su consecuencia expídanse las que corresponden.- Una rúbrica de S. E.– Por orden de S. E.- Valclivieso. 153 ELECCION DE LA JUNTA DIRECTIVA DEL CONGRESO. MAYO AVISO OFICIAL Verificada la elección de Presidente, Vice-presidente y secretarios del Soberano Congreso, según el reglamento interior, resultó reelecto para el primer cargo el Sr. Dr. D. Carlos Pedemonte, obteniendo la plu– ralidad para el 29 el Sr. D. Francisco Agustín Argote, y para el 39 e 1 l Sr. Dr. D. Gerónimo Agüero, quedando de suplente el Sr. D. Manuel Ferreyros. Un pueblo religioso debe dar principio a todas sus operaciones por la invocación del Ser Supremo, en cuya mano está la suerte de los es– tados. Penetrado de estas ideas el Soberano Congreso a nombre de to– do el Perú, adonde la religión no ha sido obscurecida jamás con las manchas de la impiedad, ha decretado una rogativa general para alcan– zar del Ser Supremo la protección, de sus armas. Humillándonos delan– te de 'la divinidad si queremos que extienda una mirada benéfica sobre nosotros. Nuestra causa es la más justa; se trata de sostener aquellos derechos que Dios y la naturaleza han gravado con caracteres indele– bles en nuestros pechos. El cielo que supo formarlos sabrá también sostenerlos. La libertad que defendemos es aquel atributo que es ca– racterístico sólo del hombre, y del que no puede ser despojado irrita– mente sino por la maldad y violencia.

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