Primer Congreso Constituyente

294 PRIMER CONGRESO CONSTITIJYENTE El ciudadano D. José Bernardo Tagle fue el primer peruano que conquistó la independencia en un vasto Departamento, dilatando hasta Paita el territorio y los recursos del ejército Libertador ceñido a los estrechos límites del Departamento de la Costa y una pequeña parte de la Sierra: mérito singular en su clase y a todas luces eminente. Pe– ro el que acaba de contraer en el restablecimiento del Congreso, des– pués de su escandalosa disolución en Trujillo por el ex-Presidente Ri– va-Agüero, debe tener para la Patria una consideración que pasa mu– cho más allá de lo que a primera vista se descubre. La Comisión bien instruida de las críticas circunstancias en que se halló la capital lue– go que vino a ella la noticia de aquellas ocurrencias desgraciadas, ha– ce presente al Congreso, que su restauración por el Gran Mariscal D. José Bernardo Tagle no sólo importó para este cuerpo soberano una digna reparación de aquel ultraje, y el recobro de su libertad para la República, sino la prodigiosa salvación de ésta de mil escollos, a cual más peligrosos, en que la borrasca de los partidos por poco hace enca– llar la nave del Estado. Todas las facciones creyeron llegada la hora de trabajar por sus respectivos intereses: las armas aliadas, único apo– yo entonces del Gobierno, rehusaban mezclarse en contiendas que de– cían ser puramente domésticas, cuando sus particulares instrucciones sólo los autorizaban para obrar contra el enemigo común. Consultar la voluntad del pueblo parecía el recurso legítimo para fijar el juicio en tanta divergencia de opiniones. Mas el modo de hacerlo era puntual– mente en aquel fermento de pasiones, el paso que más comprometía la tranquilidad pública. La reunión del Congreso ofrecía dificultades de otro género no menos delicadas, pero el señor Tagle creyó que esta medida era la más saludable y acaso la única que, sin estrépitos ni peligros, podía sal– var el Estado de la disolución que le amagaba. Resolución enérgica para hacerlo, prudencia y tino en los medios de conseguirlo, constancia y actividad para lograrlo, todo se necesitaba a un tiempo y todo se vio lucir en el señor Tagle, en esa gran crisis de que resultó en pocas ho– ras el restablecimiento de la autoridad soberana, con demostraciones tan extraordinarias del regocijo público que formaron la aprobación más auténtica y solemne de aquella · felicísima ocurrencia. A ella se debe, en el concepto de la comisión, no sólo la restauración del Con– greso sino la existencia misma de la República: la prudencia no permi– te circunstanciar las pruebas de esta verdad; pero al Congreso le es muy fácil obtenerlas. En esta virtud, la comisión opina que es digno el señor Tagle de un premio peculiar a este extraordinario servicio, y que en ello se in– teresa la gratitud, no sólo del Congreso, sino de la República toda. La

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