Primer Congreso Constituyente

298 PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE vo. Pero, si esto no siguiese -¿cuál sería el premio proporcionado a sus sudores?- La tierra viciosa abortaría en breve nuestras plantas, más perniciosas, tal vez, que las primeras; y tanto sudor, tantas fati– gas y sacrificios tantos, sólo habrían servido para mudar la faz del te– rreno, pero de ningún modo para mejorarle. ¡Qué suerte tan semejan– te corren los Estados y los campos! Estos sin cultivo son del todo es– tériles y tal vez gravosos a sus mismos dueños: aquéllos sin .leyes son absolutamente infecundos en bienes sociales y las más veces ominosos a la misma felicidad de los ciudadanos. Un país independiente, vuelvo a decirlo, por el simple hecho de ser libre, no es todavía para sus moradores una patria. Este nombre sagrado no le vinculó jamás nación alguna al territorio en que nos fi– jó nuestra elección o la naturaleza. Patria es una asociación de indivi– duos, formada bajo leyes justas que aseguren los derechos impres– criptibles de cada uno, y le dejen expedito para ser feliz cuanto pueda sufrirlo el bienestar de los d~más. Por apartarse . de estas nociones exactas han visto los pueblos, con dolor, en las épocas de sus revolu– ciones, profanarse este título augusto para perturbar a su sombra el orden público, atropellar ajenos derechos, satisfacer pasiones y consa– grar todo el que quiere sus caprichos. Necesario, es, pues, y muy debido a las nobles virtudes del pueblo peruano, precaverle a tiempo del funesto escollo en que el deseo ar– diente de la libertad, suele estrellarse cuando no hay una patria. Y pues, aun sin haberla, hemos admirado más de una vez hermanadas perfectamente la subordinación más arreglada con el entusiasmo más exaltado, fenómeno tan raro en los tiempos de convulsiones civiles, -¿cuánto no debemos lisonjearnos desde ahora de su respeto y obe– diencia a la ley fundamental del Estado, sobre lo que puede cada uno elevar sin trabas hasta el Cielo el edificio de su fortuna?- Tanto im– portan ¡oh ciudadanos! las gloriosas tareas de vuesb·os representan– tes, en el arduo empeño a que hoy entramos. Hónrense, en buena hora, con gratitud eterna, el valor y los esfuerzos de nuestros libertadores; pero quede reservada a nosotros la satisfacción de hacernos conocer y gustar los deliciosos frutos de nuestra libertad. Repitámoslo otra · vez: un país independiente puede muy bien ser desgraciado; pero una Na– ción bien constituida no puede dejar de ser feliz. ¡ Padres de la Patria! Constitución quiere y necesita el pueblo: comencemos a dársela. En ella sólo contempla afianzados sus derechos y enfrenada por leyes sabias la peligrosa libertad de gentes irrefle– xas. Cuanto más retardemos, desde hoy, la sanción de esta carta sa– grada, más aventurados ve el ciudadano sus sacrificios y los bravos militares adquieren más derecho para demandarnos el precio de su san-

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