Primer Congreso Constituyente
DECRETOS Y COMUNICACIONES 303 ción práctica que les enseñe a discernir el abuso de las facultades que han confiado. Conozcan su extensión natural y el punto preciso en que su voluntad es sustituida en la de sus comisarios. Entra después la Comisión en el territorio de la República, por– que la localidad es tan inherente a los establecimientos civiles, que, sin ella, es imposible prefijar cosa alguna sobre su integridad moral. Pero la actual guerra y la consideración de que concluida se hará con más exactitud la demarcación, -obligan diferirla para entonces, en que podrán intervenir los · Estados limítrofes; en el concepto de que el Pe– rú, desde ahora, sólo desea lo justo. Porque sería una inconsecuencia proclamar, de una parte, principios liberales, queriendo, por otra, in– vestirse con el carácter de conquistador, en un siglo en que las adqui– siciones de la fuerza son tan vergonzosas. Mas, si ha sido urgente indicar la demarcación interior, guardan– do la razón compuesta de la energía del poder central y de la utilidad local. Los habitantes de lugares remotos en un mismo Estado son pro– piamente extranjeros en su metrópoli, cuando rige una autoridad abso– luta, que, por conveniencia propia, procura interrumpir las relaciones confiando vastos gobiernos a la merced de un solo hombre, para que entregados a una quietud letárgica, jamás pueda reanimarse en ellos el principio de la vida política. No así en los países libres 'en que de– be prevalecer la unión. Y ¿ cómo se conseguirá ésta en un, extendido territorio? De ningún otro modo, que dividiéndolo bajo un orden gra– dual y cómodamente reducido en términos, que multiplicándose los centros particulares por medio de una línea se forme una cadena, cu– yo primer eslabón esté _en el centro común de la República. Así se expedirá eficazmente el ejercicio de los derechos políticos de los lu– gares: todos disfrutai·án de una administración activa y cesará ya el descontento en los que, para un pequeño negocio, tienen que atravesar grandes distancias. Pero aún no es éste el lugar de poner a la vista to– das las ventajas que envuelve la división adoptada. Baste decir que la denominación de Departamento significa hoy lo que antes se llamaba provincia, que este nombre se ha aplicado a lo que se conocía por Par– tido, y el de distrito a las secciones en que aquél pueda dividirse, se– gún lo exijan su topografía y la utilidad de sus habitantes. Logrando también uniformarse el Perú en esta parte con los demás Estados in– dependientes de América. ¡Ojalá pudiéramos prescindir del clima y otras diferencias accidentales! Que así tendríamos la satisfacción de conformarnos perfectamente en todo bajo las instituciones de la liber– tad, como partimos la desgracia de vivir sujetos a una dominación ex– traña.
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