Primer Congreso Constituyente

328 PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE partido. ¡ Desgraciada República donde la clase militar no distingue bien claramente en qué consiste la verdadera gloria, y donde ella no es refrenada por el esplendor de la buena fama, la que exclusivamente depende del ejercicio de la virtud, y de la obediencia ciega a la santi– dad de las instituciones liberales! Por lo que al Perú toca, su~ solda– dos emularían la conducta de los conquistadores, si, cuando están ar– mados por destruir la obra de Pizarro, se tornasen en defensores del despotismo, en la época precisa en que un torrente de luz ha cambia-– do entre las naciones más guerreras la marcha que en otras edades se– guía el instinto marcial. El tercer medio de mantener el gobierno prefijado es la ilustra– ción. Sin ella, ni los ciudadanos podrían conocer sus derechos, ni mu– cho menos defenderlos, careciendo, por otra parte, de todas las venta-– j as que proporcionan las ciencias, las buenas letras y las artes, que si bien son hijas de la libertad, no pueden florecer sino en los Estados donde se les fija por establecimientos particulares, tanto para el desa– rrollo de las facultades intelectuales cuanto para su futura permanen– cia. Una sociedad sin luces es lo mismo que el mundo físico sin la presencia del astro que preside el día; siendo cosa averiguada que, cuan lento ha sido el progreso de aquélla, tanto han tardado en conven– cerse los hombres de la justicia e inviolabilidad de sus derechos.- Y por eso es que revelada al fin la ciencia de éstos, por medio de un co– mercio científico, a las naciones que más se han distinguido en la obe– diencia pasiva, el sistema constitucional ha medrado tanto, _que ya es imposible retrograden los pueblos a las formas absolutas. No hay du– da: la civilización, hija de la ilustración, y ésta, fruto precioso de la enseñanza aplicada a la masa del pueblo, ha restablecido el poder de las prerrogativas sociales y colocado a la razón sobre la fuerz, disi– pando preocupaciones que multitud de centurias habían consagrado como verdades ciertas. Habría adelantado poco la República, y muy efímeros serían por cierto los ensayos de su libertad, si su carta no consignase algunos artículos capaces de formar el espíritu nacional bajo todos los respectos, con que los conocimientos. útiles suelen dar im– pulso a la razón humana. A cinco pueden reducirse los medios de afianzar la instrucción pública: -IQ fijando establecimientos de enseñanza primaria, de cien.. cias, literatura y artes, como que sin un método reglado, y sin una asi– duidad infatigable no es posible se adquieran sanos principios, ni me– nos se logre difundirlos en todo el Estado, hasta el caso de conseguir un pueblo regularmente iniciado en el conocimiento de los derechos y de las obligaciones civiles, y una clase extendida de ciudadanos ilus– trados en los misterios de la naturaleza, en el primor de las. artes y en

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