Primer Congreso Constituyente

480 PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE la negativa los señores Arias, Rodríguez (D. Toribio ), Bedoya, Mariá– tegui, Sánchez Carrión, Echegoyen, Pezet, Tudela, Larrea, Méndez, Mu– ñoz, Tafur, Ofelan, Pedemonte, Herrera Oricaín, Olmedo. Se aprobó la adición del señor Tudela: o hasta que alguna circuns– tancia lo exigiere a juicio del Congreso. Se procedió a discutir la segunda proposición, en cuanto al número. El señor Larrea -En la materia que acaba de admitirse a discusión, que es ciertamente de la más grave y delicada entidad, yo opino que el poder ejecutivo del Estado debe ser ejercido por una persona, y no más, entre tanto formamos nuestras instituciones políticas. No hay duda que la idea de un cuerpo colegiado en nuestra actual crítica posición, presenta una agradable y lisonjera perspectiva, por– que al parecer corrige y refrena los abusos y extravíos de una sola voluntad. Pero, si la analizamos con ojos más políticos y penetrantes, tocaremos la evidencia de los peligros y contradicciones en que van a sumirse · con esta medida estos nuestros nacientes principios. Nadíe ignora que un gobierno, cuyo poder se haya diseminado en diversas personas, es por su misma naturaleza lento, embarazoso y pe– sado; y pronto, al contrario, activo y capaz de las más grandes empre– sas, el que descansa en un solo individuo. Cuando aquél delibera éste ejecuta, y mientras vacila, arguye y se detiene el primero, ha logrado el segundo las ocasiones únicas que conducen a los sucesos ruidosos. Le es también natural e inherente la cualidad importante del secreto, y, lo que es más, ese carácter de unidad, economía y concierto en la escabrosa carrera de los designios. Roma, la sabia Roma cuyos ejemplos tendremos que imitar de con– tinuo en la marcha política de nuestra conducta, tenía confiado a sus dos cónsules las principales atribuciones del poder ejecutivo, mas, en los grandes peligros y conflictos de conjuraciones y enemigos externos, supo depositar más de una vez este poder colosal en manos de un so– lo magistrado, capaz por sus talentos y virtude~ de salvarla y de resti– tuirle la vida. No me parece que sean menos graves, ni menos inminentes los que a nosotros amenazarán con un ejército aguerrido .y numeroso a cuaren– ta leguas de esta capital, para dejar de adoptar la~ mi~mas medidas. Colombia, que, desde el año de 1,812 hasta el de 16, corrió la suerte que hoy nos cabe, pasó por el amargo ensayo de un gobierno colegia– do cual hoy se apetece. Y ¿cuáles fueron sus resultados? La pérdida de muchas provincias y lo~ nece~ario~ de~astre~ de . un poder dividido

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