Quinto Congreso Internacional de Historia de América
108 LORENZO HUERTAS VALLEJOS iglesias), la mita--chacra, la mita-coca, etc.; y, como si esto fuera poco, también tenían que pagar tributos a la corona y el diezmo a la Iglesia. El indígena a pesar de la fuerte coerción a que fue sometido siguió creyendo en sus dioses prehispánicos, en algunos casos ya bajo un matiz sincrético. Para el culto de estos dioses instituyeron muchas cofradías que ellos mismos administraban conforme lo confirma el cura de Pa-– rinacochas: "De modo que estos fondos o cofradías, están en el común de cada pueblo, quienes son los que reparten el dinero que con sus pro-– duetos pagan las fiestas y si hay sobrante alguno lo consumen en bo-– rracheras. . . y creo sea en breve a causa de que siendo la costumbre que acabada la fiesta hacer las cuentas en presencia del cura, para que cnn el sobrante socorrer las necesidades del santuario o aplicarlo al ca-– pital, según lo hallase por conveniente, hoy se niegan enteramente a di-– chas cuentas sin otra razón que decir que el Licenciado Utarcos Romero, cura inter que fue de esta apuntaba en los libros lo qt.12 ellos decían, y que el Licenciado Don J ulián Utarsiano que le sucedió no les tomó nin-– guna cuentas, finalmente esta es una gente sin subordinación, sin reli-– gión y sin ninguno respecto a la justicia; así no hab1éndolos podido re:-– ducir al rendimiento de estas cuentas, los he dejado como los hallé ... " ( 5). Así como este documento existen muchos otros más que demues-– tran que si bien el campesino por su condición de sometido tuvo que aca-– tar la imposición de los españoles, sin embargo, mantuvo sus propios valores. La filosofía indígena tanto de ayer como de hoy, es un aspecto que no ha sido estudiado suficientemente. Repetidamente se dice que el indígena fue expoliado, que fue peor que un esclavo, en fin, se utilizan los adjetivos más denigrantes para presentar al campesino. Con esto no quiero decir que la explotación fue nula en el Perú, no es mi intención llegar a esos límites que resultarían exagerados; mi crítica va en el sen-– tido de que de un plumazo dejamos al indígena sin filosofía, sin su ma-– nera de ver al mundo, sin comprender sus formas de liderazgo y formas de acción en sus levantamientos de protesta que constantemente efectuó. Creo que el día que logremos comprenderlo en su integridad, sin llamar-– lo despectivamente idólatra pantesista, lograremos comunicarnos con más intimidad a su mundo. En cuanto a la ciudad de Huaman~a y sus habitantes, en la se,.. gunda mitad del Siglo XVIII, el bullicio de antaño quedaba para el re-– cuerdo; se puede decir que la ciudad adormitaba a sobresaltados, por las pesadillas de las guerras que tanto azotaron a la región en aquel siglo. Los vecinos estaban cansados de las contribuciones que venían cuando menos se las esperaba como los famosos "donativos graciosos" o cuotas que tenían que entregar con el fin de festejar el nacimiento del príncipe,
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