Quinto Congreso Internacional de Historia de América

10 ANTONIO FERNÁNDEZ DEL CASTILLO ante la expectación del pueblo, fue cruelmente ejecutado José Gabriel Condorcanqui, Marqués de Oropesa, conocido con el nombre de Túpac Amaru. Después de ver morir a sus más allegados: su tío Fran-:' cisco,. su hijo Hipólito y su propia mujer, ésta en garrote vil y ya muerta, le fue extirpada la lengua ( 5); Condorcanqui fue martirizado, le fue cortada la lengua en vida y sometido a tan terribles suplicios que le ocasionaron la fractura de un brazo. Lastimado así y aún con la sangre en la boca, fue atado a cuatro corceles, cada uno de sus miembros a uno distinto, para sufrir la pena del descuartizamiento. Para colmo de males, acaso porque no se tratara de caballos muy potentes o por su excesiva fortaleza, no fue po-– sible desarticular el cuerpo y prefirieron matarlo cortándole la cabeza y acabar con ese horripilante espectáculo. Un fuerte aguacero acompa-– ñado de un viento huracanado fueron testigos de la atroz tragedia. Todo el lujo de crueldad con que se llevó a cabo la ejecución, no obstó para cumpli!' el re·sto de la condena; la exhibición de la cabeza y miembros en sendos sitios públicos. Semejante castigo era la consecuencia de los fervientes deseos de libertad para sus hermanos de raza. El se había rebelado a fin de lograr condiciones más dignas y justas para los indios del Perú. Los ideales perseguidos por nuestro héroe se pueden reducir a los siguientes puntos: l.- Supresión de las crueldades y abusos cometidos por los corregido-– res. 2 .- Supresión del tributo de la mita. 3 .- Supresión de la enco-– mienda. 4. - Supresión del cobro de tributos cada día más crecientes. 5 .- Que se impartiera justicia a los naturales de la tierra. La rebelión no terminó con la muerte del caudillo y sus más alle-– gados; muy al contrario, cundió al Alto Perú, Tucumán y otras re-– giones. Cuando un hombre empuña una buena bandera, una vez que el pueblo lo ha seguido, difícilmente se extingue la causa aunque él muera. Así ocurrió con Condorcanqui quien, aunque llegó a ser llamado José I como si fuese un rey, su rebelión no obedecía al deseo de apo-– derarse del poder como medio de lograr riquezas, sino para crear un sistema más justo para los indios. Por eso, la muerte del caudillo reani-– mó a los descontentos; dado que, su sacrificio era la mejor prueba de la justicia de su causa; era la prueba contundente de las crueldades que cometían los corregidores contra los naturales. El refinamiento co:o. que se hizo padecer al reo fue motivo para que el autor de aquel acto inhu-– mano. fuera llamado y castigado por las autoridades de España y, a la vez, que reflexionando sobre las causas de la lucha, comprendieran que había llegado el momento de atE:nder más humanamente a los na-– turales ( 6) .

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