Quinto Congreso Internacional de Historia de América
134 ALEJANDRO MÁLAGA MEDINA En vista de la amenaza, el corregidor salió secretamente de Tia~ baya y no continuó con la revisita ni empadronamiento en ninguna otra parroquia. Tiabaya fue, pues, el primer pueblo que protestó contra tales empadronamientos y nuevos impuestos y no permitió que se continuara con la visita; su resentimiento al corregidor fue tal que en los días di-– fíciles que se presentaron en la ciudad de Arequipa con la toma de la aduana y casa del mismo corregidor, el Regimiento de Caballería se negó a defenderlo, sólo desfiló por las calles de Arequipa en son de protesta y sin armas. Mientras esto sucedía en Tiabaya, en Arequipa se venía pre,., parando, sigilosamente, un movimiento para poner fin a los abusos del Corregidor y de Pando; y, no permitir el establecimiento de la Aduana. III. APARICION DE PASQUINES La presencia de los pasquines en distintas partes de América, constituyen las primeras manifestaciones revolucionarias de los pueblos esclavizados, de las víctimas de la tiranía. "El pasquín constituye la bofetada ardiente, rencorosa, golpeando la faz de las dictaduras". Los pasquines son las protestas amenazadoras y mudas de los pueblos amor,., <lazados. Son "las manifestaciones ilegales" según B. Lewis. El pas,., quín, cuando es la explosión de la valentía encadenada, antes de en,., trar en la vía de los hechos, es gesto noble, es actitud necesaria. La actitud de Pando indignó de tal manera al pueblo de Arequi,., pa que pronto dejó sentir su voz de protesta en forma anónima, con la aparición del primer pasquín, el 1 9 de enero de 1780, en la puerta de la catedral, que decía: "Quito y Cochabamba se alzó y Arequipa porque nó? La necesidad nos obliga a quitarle al aduanero la vida y a cuantos le den abrigo Cuidado" (7) Este pasquín estaba dirigido en contra del Corregidor, del Ad-– ministrador de la Aduana y de los Oficiales Reales y alentaba a la ciudad a un alzamiento para libertarse del establecimiento de la Aduana. Fue despegado de la puerta de la catedral y enviado al Obis,., po D. Manuel Abat y Llana.
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