Quinto Congreso Internacional de Historia de América
146 ALEJANDRO MÁLAGA MEDINA Siendo las 12 de la noche se dirigieron a la calle Mercaderes, donde estaba situada la casa del catalán José Campderros, que consi~ deraban cajero del corregidor, y la saquearon de tal manera que sólo quedaron andamios; los daños ascendían a 30,000 pesos de plata. Luego pasaron a la cárcel, situada al costado del Ayuntamiento, rompieron las puertas y dejaron en libertad a los presos. En la cárcel demoraron mucho, lo que no les permitió saquear las Cajas Reales, donde se guar~ daban 200,000 pesos (31 ) , como estaba planeado. Siendo las 4 de la mañana del día 16 se retiraron, quedando citados para la noche del mismo día. Al amanecer del día 16, el corregidor fue informado que el pueblo no cesaría hasta saquear toda la ciudad sin respetar, siquiera, los mo~ nasterios y conventos; frente a tal situación se vio por conveniente casti~ gar a los rebeldes en nombre de la religión, el rey y su honor. Convo~ có a los vecinos por medio de un bando, para que acudieran al Cabildo con sus armas. También se ordenó a los coroneles de infantería y ca~ ballería para que convocaran sus regimientos. A las 9 de la mañana, los vecinos notables y forasteros forma~ ron una compañía y por la tarde se encontraban en la plaza principal varias compañías de infantería y 1 O de caballería. De todas éstas, sólo se tenía confianza en la primera. El coronel de caballería se reservó una compañía para su ronda y con 9 restantes guardó las entradas de la ciudad. Estos movimientos no eran los únicos que preocupaban al Co~ rregidor; recelaba de los indios de la parroquia de Sanfa Marta que, confederados con los de las parroquias de Chiguata, Yanahuara, Cayma y otras circunvecinas asaltaran la ciudad. Agravó la situación la apa~ rición de un pasquín acróstico (32). Sematnat, consideraba que aquella noche no pasaría nada; no ocurrió así, pues, a las 1 O el Capitán de Caballería que guardaba la entrada a la Pampa, dio cuenta que por ese lugar acometían muchos INDIOS ARMADOS CON HONDAS, PALOS y PIEDRAS, ha~ ciendo retroceder a dicha compañía hasta la parroquia de Santa Marta y que se habían atrincherado en el cementerio de dicha parroquia y mo~ nasterio de Santa Rosa. En estos momentos, entró en escena la· Com~ pañía de Nobles Vecinos y Granaderos que comandaba D. Pe·dro Ig~ nado de Arrambide y una Compañía de Caballería mandada por D. Raymundo O'Phelán, las que se lanzaron con toda su furia contra los indios. El avance fue sorpresivo y fulminante. Los indios se vieron obli~ gados a retroceder, llevándose consigo a los muertos y heridos que
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