Quinto Congreso Internacional de Historia de América

152 ALEJANDRO MÁLAGA MEDINA y eran dueños de grandes haciendas en los valles de Vítor, Siguas, Ma-– jes, Camaná y Moquegua. Por otra parte, los ricos vivían en cómodas casas solariegas en el centro de la ciudad; la clase popular en modestas viviendas; y, los indios en humildes chozas de paja. En el centro de la ciudad existían muchas pulperías y tiendas de comercio, siendo las calles de mayor movimiento comercial: Mercade-– res, San Francisco, Santa Catalina, La Merced, Santo Domingo y la del Puente. En cambio los alrededores de la ciudad, como el barrio de San Lázaro era asiento de indios, en su mayoría, dedicados a la carga de ccapo, carbón y hierbas. La Pampa o Miraflores era un barrio tam-– bién de indios; en él existían muchos tambos y pulperías ya que de Azán-– garo partía el camino a Chiguata y se prolongaba hasta Puno y región de las Charcas. Y anahuara y Cayma eran pueblos habitados por mesti-– zos e indios; con muchos tambos y pulperías, pues, de allí partía el ca-– mino a la región de Collaguas y Cuzco. Es necesario recordar que Are-– quipa cumplía papel importante en la vida económica del Sur del Vi-– rreinato, pues, era el centro comercial entre el mar y todo el Alto Perú y Cuzco. Para el transporte existían numerosas recuas de mulas .y ca-– ballos. Luego de esta sucinta explicación necesaria, podemos indicar que los nuevos gravámenes afectaban, sin lugar a dudas, a los ricos, criollos y algunos mestizos; a los artesanos, en su mayoría mestizos; y, también a los indios, ya que se les cobraba alcabala de todos los efectos y ali-– mentas que introducían en la ciudad. Los indios no estaban en condiciones de protestar siquiera, me-– nos de dirigir estos movimientos, por su falta de preparación; de aquí que resulte falsa la apreciación que hacen muchos historiadores al con-– siderar los movimientos surgidos en Arequipa en 1780, como moví-– mientas de la masa indígena. Los criollos se veían un tanto cohibidos de protestar por su amor propio; el clero tenía que mantenerse en una acti-– tud expectante; seguramente que muchos criollos veían con malos ojos los nuevos gravámenes, pero abiertamente nada podían hacer; no cabe duda que sigilosamente ayudaron a los levantamientos de aquellos días; finalmente, los españoles, mantenían su fidelidad al Rey. Quedaban los mestizos, que en sus manos tenían el pequeño comercio, el transporte y la artesanía. Asimismo, se encontraban totalmente descontentos con las nuevas disposiciones, ya que se les obligaba a pagar tributo; conside-– raban una grave ofensa el que se les equiparara con los indios; automáti-– camente se convertían en vasallos. Todas estas consideraciones nos llevan a suponer que fueron los mestizos los que dirigieron estos movimientos ayudados, seguramente,

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