Quinto Congreso Internacional de Historia de América

192 MANUEL JESÚS APARICIO VEGA nores, a cuyo título se les permitía los mayores exesos contra estos colo-– nos. Con la tercera la de los obispos de Gavinete formados por los Reales Palaciegos y sin la Canónica responsabilidad en los Consilios; la quarta con el universal despotismo de los mandones en nuestras vidas y haciendas, obligándonos a ser atálayeros de sus vicios y sus tributa-– rios: la quinta la de un govierno dilapidador de los más sagrados dere-– chos de los ciudadanos con las voces: se calle usted que lo perderé por-– que tenemos otras Leyes, decretos de las que estan en los Códigos para nuestro Goviemo: la sexta con la distancia; y separación de los dos con-– tinentes de millares de leguas y con la septima la de la imposibilidad para todo recurso resultando de todo esto hacer once años estar, el que os habla preso con fianza de Az y de Juzgado y sentenciado sin que se le haya aun tomado una sola declaración por más gestiones que ha practicado en todos los Gobiernos y en todos tiempos como es de bien público, y notorio en todo el Perú y consta de sus varios expedientes= Nosotros pues los Americanos del alto y bajo Perú y todos los que dis-– frutamos la diversidad de sus climas ¿ Qué necesidad tenemos de ali-– mentar a tal Dragan insasiable de nuestra sangre? Nosotros que gozamos en nuestro Patrio suelo la feracidad de los mejores del mundo; el sin-– gular y proporcionado clima templado, frío y caloroso, a muy cortas leguas que nuestra Constitución nos pida; nosotros que tenemos los fru-– tos mas apetecidos de las gentes! Nosotros que podemos disfrutar la Constitución de Leyes que nuestra propia naturaleza nos dictase. Noso-– tros que por todas partes nos hallamos rodeados de montes de oro, y de cerros de plata, y de los demás preciosos metales del mundo, circun-– dados de collados de todas carnes, depositarios de toda clase de alimen-– tos, y ya dueños de nosotros mismos; ¿que necesidad, pregunto, tenemos de ser dominados por otros que por nosotros mismos? No nos falta más para la seguridad de este nuestro bastísimo Imperio que el que todos seamos naturales, y todos unos con buenas costumbres y con una buena voluntad para realizar los gloriosos designios del tres de Agosto último; y de la deseada unidad ya años proyectada por nuestros Porteños orien-– tales en esta gran Capital del Cuzco a la que si gustaren vengan de todas las Provincias Peruanas desde Buenos Aires a Lima sus Diputa-– dos Populares á establecer una Soberana y Serenísima !unta en la que se exija y funde una Legislación Santa la que uniéndonos de sol a sol Y de mar a mar en este su natural Punto, nos forme una Nación fuerte Y respetable entre todas las del mundo, Y' nos defienda ambas costas con su comercio marítimo y sus anchas cañoneras; y el que esta Soberana y Serenísima Junta declarando a Buenos Aires, Lima, Montevideo Y el Cuzco en ciudades de primer orden con el decoroso título de Exelencia Y Plaza de Armas con igual fuerza por sus respetos internos y externos,

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