Quinto Congreso Internacional de Historia de América
50 VÍCTOR ANGLES Y ARMANDO SOTOMAYOR pañol de estatura grande; que Vera le dijo al declarante, que unos ami-– gos le habían comunicado, se insinuase con Castillo para que estuviese pronto a confederarse y hacer unión con ellos, para hacer levantamien-– to en Cuzco a causa del establecimiento de la aduana que pretendía co-– brar hasta de las berzas y comestibles que entraban en la ciudad, de suerte que se hacían ricos los chapetones y se llevaban el dinero, sin embargo de que Su Magestad no había impuesto aquellos gravámenes a sus vasallos. Que continuaron caminando hacia la casa del Marquez de Valleumbroso, a donde se mudaba el patrón de Castillo; agregando Juan de Dios Vera que debían juntarse en la casa Alfalfar que fue del General don Cayetano López de Cangas, contigua a la de Mollinedo, que a la sazón estaba arrendada a un platero, que también estaba confe... derado para el alzamiento. Que el confesante Castillo, al ser citado para concurrir al Alfal-– far, se negó a ir, pero que el día de la cita por casualidad su patrón lo envió a Cuzco, y más por curiosidad, aquel Domingo de Lázaro, al pasar por el camino real y paraje de El Arco, de donde se divisa el citado Alfalfar, puso atención en reparar si había alguna persona, a la altura de las seis de la tarde, no advirtió gente y pasó a casa de su patrón; que este viaje lo realizó, incluso, desde "Paucarpata" junto con el padre capellán José Irribarri. Que a las ocho de la noche, regresó para la hacienda. Que pocos días después volvió a conversar el confesante ( Cas-– tillo) con Juan de Dios V era, en la tienda de platería de éste, sobre esto del alzamiento, a lo que llamaron "bufonadas" por no tomarlo en serio, oportunidad en que el platero dijo, que los SS capitulares habían hecho cabildo para suspender la aduana, y que los amigos que intentaban pro-– vocar el alzamiento, se habían retractado y otros se habían retirado fue-– ra de la ciudad. El declarante no mencionó los nombres de los compro.– metidos, tampoco lo hizo en momento alguno. Agrega el declarante, que desde entonces, no ha vuelto a ver al platero Vera. Que no dio cuenta a la autoridad de aquello, porque no le dio importancia creyendo que era una bufonada. El procesado Castillo, eludió con valentía e inteligencia las pre-– guntas, negó los hechos, no admitió culpabilidad; disimuló la gravedad de los acontecimientos,· dándole el cariz de ser broma o bufonada; todo con el fin de no proporcionar mayores nombres. Si bien en las actas que corren en el expediente judicial, no aparece presión, coacción ni tortura, es de presumir, que en aquella época, en aquellas circunstancias de suma gravedad para la Corona, la tortura haya sido el medio ordi-– nario que precedía y acompañaba a toda declaración, para conseguir versiones inculpatorias y confesiones de responsabilidad.
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