Quinto Congreso Internacional de Historia de América

540 CÉSAR PACHECO VÉLEZ nía "tantas y poderosas conexiones", como se lo censuraban poco des– pués los Consejeros de Indias, entre ellos Cerdá, que conocía en detalle los antecedentes y al parecer no le profesaba simpatía. El gran asturiano instó además a Baquíjano para que pretendie..– ra una plaza honoraria de oidor en Lima. En el trámite de esta solid– tud se produce la caída del ministerio de Javellanos y Saavedra, la en– fermedad y hasta el rumor del envenenamiento de aquél. Perdida la influencia de J ovellanos naturalmente la atención de su solicitud fue aplazada y comprendió que no le quedaba sino regresar al Perú y espe– rar tiempos mejores. Antes de dejar Madrid, cree Riva-Agüero que tuvo oportunidad de ver a su paisano Olavide. Después de sus corre– rías revolucionarias en Francia, acogiéndose al indulto de Carlos IV, don Pablo retornaba a España, arrepentido y desengañado, a redactar su celebradísimo Evangelio en Triunfo y a morir en Baeza en 1803 (22). En esas circunstancias se produjo, pues, el viaje a Cádiz para una esta– ción, en tránsito al Callao, que se prolongaría más de toda sospecha y que estaría llena de grandes vicisitudes y alternativas. Desmontó su casa de Carrera de San Jerónimo, repartió genero– sos regalos entre su numerosa servidumbre -italianos varios de ellos– y encargó sus asuntos madrileños al Agente de Indias don Miguel de Nájera y Bezares, que ya desde 1796 los tenía en buena parte a su cargo. UNA LARGA ESTACION GADITANA El viaje se produce en marzo de 1799. El 5 de abril, "muy de noche", llega a Cádiz, según afirma en la primera carta que publicamos (23). Desde la primera misiva Baquíjano recomienda a su agente di– versos asuntos suyos y los de varios amigos y colegas peruanos. La segunda carta es del 17 de mayo de 1799. Se refiere en ella a los problemas que ha tenido con el dueño de la casa que ocupaba en Madrid: "la mantenía más por mis criados que por mi mismo", dice; pero el dueño ha efectuado un desalojo violento de la servidumbre de Baquíjano y de todos sus muebles y enseres; la casa es cómoda por su situación, afirma, "mas no lo es por lo calurosa" y por la disposición de sus piezas. Pide que se exija al dueño el recibo del pago de los al– quileres, que se ha efectuado hasta el 25 de marzo; que venda todo lo que allí hay, "pues, nada necesito"; que se cargue al dueño "hasta el último ochavo, pues, aunque yo en nada reparo y queda usted árbitro de disponer a su antojo de todo, su descortesía no merece otra corres– pondencia". Luego añade, en giro afrancesado, disposiciones sobre el servicio doméstico: "Doña Michaela puede ir a lo de su . hija, y Juan a lo de su mujer" (24).

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx