Quinto Congreso Internacional de Historia de América

JOSÉ BAQUÍJANO Y CARRILLO EN CÁDIZ 553 proverbial rigor erudito ( 79) . Por eso, cuando el Virrey Gil por debili– dad nepotista lo pospuso en un ascenso que le correspondía para pre– ferir al recomendado de su sobrino el Intendente de Trujillo, Lecuanda protestó airadamente ante el Ministro de Hacienda ( 80), y gestionó en Madrid, con su tenacidad característica, el reconocimiento de sus méritos. Obtuvo su ascenso a Contador Mayor de la Aduana de Lima y cuando retornaba al Perú con todos los honores del titularato y pro– piedad de su cargo lo sorprendió la muerte en Cádiz, el 13 de setiem– bre de 1800. La versación en asuntos económicos y hacendísticos lo acercaba también a Baquíjano, reconocida autoridad en materias eco– nómicas . En las siguientes cartas de Baquíjano hay referencias a sus gestiones con relación al testamento de su amigo Lecuanda. A fines de setiembre todavía la fiebre amarilla hace sus estra– gos: "el desarreglo de los Correos de Cádiz por la muerte de su Ad– ministrador y enfermedad de todos sus oficiales ha motivado que hasta ayer no reciviese la de Ud. del 12 del presente ... " Sin embargo, "la epidemia va minorándose sensiblemente desde que se tomó la providen– cia de cerrar la entrada. A y er han sido los muertos 108, pero en los pueblos inmediatos se extiende con gran rapidez. En la Isla llegan a 200 y aquí ha sido el mejor día el de ayer, y fueron 83. Dios lo remedie todo ... " ( 81) . Los primeros días de octubre según el informe de Baquíjano "la epidemia de Cádiz es casi acabada. De las parroquias mueren sólo de 10 a 12, número nada irregular aun en los tiempos de mejor salud. En estos pueblos inmediatos se experimenta con mayor fuerza, pero como está cerrada con la más rígida estrechez la comunicación de unos con otros es preciso sufrir la tempestad a que me alienta haberla pasado en toda su fuerza" ( 82) . Antes de dejar el Puerto de Santa María pasa Baquíjano por dos trances, aunque uno de ellos doblado de compensaciones económicas, que eran las que menos le interesaban. El 10 de setiembre muere también en el Puerto, víctima de la epidemia, José Muñoz y Carasa, joven de 27 años "natural de Lima y de sus principales familias". Como no tenía padres ni hermanos, deió a su protector Baquíjano como a su heredero universal . Había viaia-– do a Europa "en su menor edad" y tenía nombrado un curador. Ba... quíjano ignora el caudal preciso de la herencia, aunque sabe que se tra– ta por lo menos de dos fincas, una en Lima y otra a sus afueras. La noticia de la herencia le llegó a Nájera exagerada y defor_nada, y don José comunica a su agente cuanto sabe en ese momento de esta ines– perada herencia, que venía a aliviar, si no el ánimo, por lo menos la aleatoria y maltrecha economía ( 83) .

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