Quinto Congreso Internacional de Historia de América
86 ABEL CARRERA NARANJO Agotados ambos beligerantes, consumidas sus energías, la lle– gada, en el minuto preciso, del poderoso auxilio de 8,000 hombres en so– corro de los sitiados, inclinó finalmente la victoria por los realistas. Este refuerzo iba mandado por el cura de Paruro, y su llegada decidió la derrota de Túpac Amaru en el Cuzco, como la de Napoleón en W aterloo quedó sellada con la aparición, "a la hora", de las tropas de Blücher, luego de burlar a Grouchy. El jefe rebelde decide, pues, retirarse del Cuzco. Algunas de sus tropas, desmoralizadas, huyeron. A su vez, varios mestizos y criollos, y aun españoles a los que en condición de prisioneros había confiado el manejo de sus piezas de artillería, cometieron durante el asedio de la ciudad graves actos de sabotaje. BATALLA DE TINTA Llegados al Cuzco el Visitador Areche y el mariscal del Valle, toman el mando de las fuerzas militares, que ascienden a poco más de 17,000 hombres, y emprenden operaciones activas contra el Rebelde. Téngase en cuenta que este efectivo duplica el de las fuerzas realistas que a órdenes de La Serna combaten en Ayacucho, y triplica, casi, las de su contender, el general Sucre. No obstante la existencia de estas po– derosas fuerzas realistas en el Cuzco, la insurrección en las otras pro– vincias no se había detenido. Todo lo contrario: a manera de voraz in– cendio se propagaba con gran rapidez. Y no sólo en el Perú: tam– bién en el Alto Perú, Buenos Aires y Nueva Granada. Debe reconocerse la habilidad del proceder realista. Las autori– dades virreinales comprendieron, de inmediato, que, más que procedi-– mientos militares en una primera fase, convenía emplear recursos de ín-– dole política. "Divide a tu enemigo y triunfarás", parece haber sido su políti-– ca a este respecto. En consecuencia, con inusitada solemnidad, se hizo publicar varios bandos, entre otros uno que concedía la amnistía y per-– dón general para todos los que habían intervenido en la rebelión, con la excepción de sus jefes principales. Fácil es suponer que con esta inteligente medida había de de-– caer el entusiasmo de muchos seguidores del inca, particularmente entre la ignara masa indígena. Ochenta años después de Túpac Amaru. el presidente Lincoln asestó análogo golpe mortífero a la causa del Sur, al decretar la libertad de los negros esclavos. Entre los 17,000 soldados que a órdenes del mariscal del Valle emprenden operaciones contra Túpac Amaru, se cuenta aproximadamen– te un 75 ·por ciento de indios fieles o leales a España. Es dable reco--
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