Quinto Congreso Internacional de Historia de América

TÚPAC AMARU Y LA PRIMERA INSURRECCIÓN AMERICANA 87 nocer el sagaz proceder español, repetidamente evidenciado, desde Hernán Cortés y Pizarro, hasta el último virrey, La Serna, pasando por el visitador Areche y Abascal: en todas sus guerras americanas logran, siempre, aliados indios que aceptan la lucha contra sus he·rmanos de raza. Iniciadas las operaciones activas, en diversas oportunidades el inca emplea ingeniosos ardides contra las fuerzas españolas y en varias, también, procede en forma audazmente agresiva. Parece haber sido un consumado conocedor de las ventajas tácticas que el terreno proporcio-– na a un defensor inteligente, según lo señalan sus mismos adversarios. Comprendiendo, al cabo de varios movimientos, su mala situa.... ción táctica, intentó realizar, de noche, una intrépida salida abrién .... dese paso por en medio de las compactas filas enemigas. Iniciado con buenos auspicios su plan, finalmente, dióse la alarma en las tropas es-– pañolas. Totalmente rodeados, los rebeldes son aniquilados, salvándose el caudillo a1 escapar por la cumbre del cerro de Sangarara y cruzar a nado la fuerte correntada del río Combapata. La última fase de la ac-– ción de Tinta tiene mucha semejanza con la de Rancagua, en Chile: Túpac Amaru y Bernardo O'Higgins, de madrugada los dos, con gran arrojo ambos, logran romper el cerco realista y escapar con unos pocos fieles, que han salvado la vida en la sangrienta lucha. Más feliz el pró,., cer chileno, cruza la cordillera y llega a Mendoza, donde contribuye con sus esfuerzos a la independencia de su patria y posteriormente, en forma decisiva, a la del Perú. Desafortunado el heroico rebelde peruano, logra cruzar el río, pero es entregado a los españoles por un traidor, capitán de su propio ejército y compadre suyo, nada menos. Otro compadre comete análoga traición: el oficial que entrega a Zela en 1811; lo prende y entrega a la autoridad. MUERTE DEL REBELDE No se resigna Túpac Amaru con su suerte. Comprendiendo que sin él la rebelión fracasaría, hace sobrehumanos esfuerzos para escapar de la prisión. Pero todo es en vano. En varias oportunidades, bien aleccionados, sus carceleros fin-– gieron aceptar los ofrecimientos que les hacía, pero dieron cuenta a sus superiores, que de inmediato tomaron medidas más rigurosas para evi-– tar la fuga. Finalmente, el 18 de mayo de 1 781, fue cumplida la cruel sentencia. Trascribiremos algunos párrafos de esta triste escena en docu-– mento escrito por autoridad española: "Salieron de la Compañía ( igle-– sia de los jesuitas) nueve sujetos ... Todos salieron a un tiempo, y uno

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