Relaciones de viajeros
92 ESTUARDO NtJ&EZ cuya persona, a primera vista, no disponía en su favor. Sea como fuere, he aquí la idea que tengo de él por mis propias observaciones, unidas a las de algunas personas imparciales qµe han vivido en su intimidad. · "El general Bolívar parecía tener mucho orgullo, lo que apare– cía en contradicción con su costumbre de no mirar nunca de frente a la persona que le hablaba, a menos que no estuviese muy por de– bajo de él. Yo pude convencerme de su falta de franqueza ·en las conferencias qu~ tuve c:on él en Guayaquil, pues jamás respondía de una manera positiva a mis proposiciones, sino siempre en términos evasivos. El tono que tenía con sus generales era extremadamente altivo y poco apropiado para conquistar su afecto. "Yo me percaté, y él mismo me lo dijo, que ios oficiales ingle– ses que servían en su ejército, eran los que más merecían su con– fianza. Por otra parte, sus maneras eran distinguidas y testimonia– ban la buena educación que había recibido. "Su lenguaje era trivial algunas veces, pero me ha parecido que este defecto no era en él congénito, y que de esa manera quería darse un aire más militar. La opinión pública lo acusaba de una desmesurada ambición y de una ardiente sed de mando. El ha procu– rado justificar completamente la justeza de este reproche. Se le atribuía también un gran desinterés, y esto con justicia, pues ha muerto en la indigencia. "Bolívar era muy popular con el soldado, a quien le permitía licencias que no autorizan las leyes militares; pero lo era muy poco con sus oficiales, a quienes él trataba a menudo del modo más humillante. "En cuanto a los hechos militares de este general, puede decir– se con razón que lo han hecho acreedor a ser considerado como el hombre más sorprendente de la América del Sur. Lo que lo caracte– riza sobre todo, y en cierta manera forma su peculiaridad especial, es una constancia a toda prueba que se enfrentaba a todas las dificul– tades, no se dejaba abatir nunca por ellas, por grandes que fuesen los peligros a los que le exponía su alma ardiente". , JUICIO DE SAN MARTIN SOBRE SUCRE "Yo no he conocido personalmente al general Sucre, pero he mantenido con él una muy activa correspondencia, después de ha– berle enviado una división del ejército del Perú para ayudarlo en sus proyectos contra Quito. Esta división permaneció bajo sus órdenes hasta después de la batalla de Pichincha, y estoy persuadido de que
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