Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 205 mientras algunos, sospechosos de tener connivencia con los españo– les, resolvieron permanecer en Lima para saludar la entrada de sus amigos. Esta tarde cabalgué para visitar el ejército colombiano en el campamento. El terreno elegido era un seco espacio abierto sobre el camino de la ciudad a Lurín. Había sido nivelado por los españoles antes de evacuar Lima, para campo de ejercicios; y en el costado izquierdo había una larga pared blanqueada con soldados pintados, usada antes para tirar al blanco. Más allá de la pared había cerros altos, rugosos, estériles, principios de la Cordillera; y a la derecha, el mar distante dos leguas. Por medio de esta posición corría el ca– mino a Chorrillos y Lurín, y media milla más adelante estaba el gran fundo e iglesia de San Borja. Lo ocupaba una guardia avanzada mientras el resto de la tropa vivaqueaba en tres divisiones, con el es– tado mayor del general Sucre instalado en círculo al frente. En cuan– to yo podía juzgar, habría tres mil hombres en el campamento: se consideraban tropas tolerablemente de buen aspecto, pero muy dife– rentes de las que hemos acostumbrado ver en Europa; la mayor par– te sin zapatos y todos sin medias. Muchos tenían solamente ojotas, y no pocos también descalzos. El uniforme era de picote azul ordi– nario con vueltas de diferentes colores; sus gorras de cuero con los colores colombianos, rojo, azul y amarillo, pintados en una escara– pela. Los hombres en general eran bajos, con excepción de las com" pañías de granaderos, y los mestizos de indio y español. Ahora fue bastante claro que no se libraría batalla, pues la ca– ballería patriota, en número de quinientos hombres, había salido de Lima para Chancay, doce leguas sobre el camino de Trujillo, para aprovechar el pastaje. Corrían muchos comentarios acerca del por qué no se oponía resistencia y algunas personas lo atribuían a co-· bardía del presidente; pero creo que el general Sucre tenía órdenes terminantes de Bolívar para eludir una acción general y, en efecto, sus tropas eran insuficientes para competir con los españoles. Era bien sabido que avanzaban con toda su fuerza con la esperanza de aplastar a los patriotas de un solo golpe, no soñando nunca con la expedición de Santa Cruz a Intermedios. Además, era evidentemente la política de los patriotas mantener a los españoles en la costa don– de los hombres morirían por la diferencia de clima o se enervarían en la molicie de Lima, mientras Santa Cruz asentaría pie firme en el Alto Perú, y reclutaría sus hombres antes que ninguna fuerza le saliese al encuentro. El domingo de mañana, 15 de junio, por especial favor, se nos dio permiso y pasaporte para cuarenta mulas y, encerrándolas en el
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