Relaciones de viajeros
RÉLACIONES DE VIAJERÓS había dejado a un hombre llamado Dupuis de gobernador por Riva Agüero: era de procedencia francesa y héchose ya terrible por la masacre de ochenta españoles en la pequeña ciudad de San Luis, en el camino de Buenos Aires a Mendoza, como antes he mencionado. Había impartido orden de que todo español encontrado en la calle, dos horas después de publicado el bando, sería arcabuceado, intiman– do rigurosamente que todos acudiesen a Bellavista con este fin y se les daría pasaporte, al presentarse. A las cuatro de la tarde, habiéndome despedido de mis amigos y provisto de una nota oficial dirigida al capitán Prescott, de la Aurora, por los comerciantes, requiriendo su presencia en Lima para tratar con los españoles, salí de retorno, esperándose cada hora la entrada de los realistas. El camino estaba tan concurrido como cuando lo recorrí en la mañana; por tanto tomé mucho tiempo para llegar al Callao. Al pasar la puerta del fuerte principal, un soldado enlazó.el pescuezo de mi caballo, y me metió entre la tropilla de más de cien caballos que habían requisado. Mi primer impulso fue sacar la pistola y hacer fuego al sujeto, tan exasperado estaba por sacárseme del camino sin ceremonia; y ya le había puesto la puntería para volarle la tapa de los sesos, cuando felizmente llegó el Presidente de la Re– pública y ordenó a los soldados que me soltasen, al mismo tiempo que se disculpaba por el tratamiento de que yo era objeto. Puedo mencionar aquí un acto tiránico a que se acudía siempre por el Gobierno en épocas de apuro: si se necesitaban caballos, inme– diatamente pregonaban bando, llamando a los habitantes para entre– gar los que tuvieran, y al mismo tiempo salían soldados por las calles y hacían apear a todas las personas; devolviéndoles las sillas y bri– das, pero llevándose los caballos. Lo peor de esta medida arbitraria era que los soldados no llevaban orden formal de sus jefes, y se apo– deraban de los caballos volviéndolos a vender y metiéndose el dinero en el bolsillo; también entraban a la fuerza en propiedades particu– lares para llevarse animales de los establos.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx