Relaciones de viajeros
212 ESTUARDO NU&EZ y casas, no pude encontrar lugar donde refugiarnos. Tenía en efecto conmigo una orden de don Andrés Reboredo para una casa suya del Callao; pero un oficial la ocupaba ya, y yo no deseaba vivir en tierra, pues eran frecuentes las alarmas de que los españoles entraran de noche en la ciudad. Un inglés que ejercía la medicina en Lima salió a caballo para ver el campamento español y solicitó permiso a Canterac para bajar al Callao y visitar algunos enfermos. Se le concedió y despachó una partida que le acompañase hasta la avanzada patriota, cerca de Bella– vista. Como era la primera comunicación que teníamos de la ciudad desde la entrada de los españoles, naturalmente estábamos ansiosos de noticias. Afirmó que la fuerza española consistía en cinco a seis mil hombres, de los que 2,000 estarían en Lima quizás, que los ingle– ses hasta ahora habían sido respetados, aunque nada se resolvía tocante a sus bienes, que el Cabildo había requisado 300,000 duros, principalmente despojando las iglesias de la poca plata labrada que quedaba, y que el enemigo nada supo de la expedición de Santa Cruz hasta llegar a Lima. Cuatro marineros ingleses, tomados prisioneros en Arica, también llegaron como desertores. Primero habían abando– nado un bergantín I?_atrlota en la costa y alistádose en la caballería española; pero pronto se cansaron del servicio y resolvieron dejarlo en la primera oportunidad. Calculaban el ejército realista en 8,000 hombres; y agregaban que muchos españoles desertarían si tuvieran cerca fuerza patriota adecuada para protegerlos. Con mucha dificultad obtuve acomodo para mi familia en el Harleston, de la India, y me trasladé a bordo. Estaba completamente lleno y nos vimos obligados a aguantar muchos inconvenientes.
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