Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 219 Desde el desembarcadero hay una milla de playa con césped, bañada por arroyitos que bajan escurriéndose del cerro, aquí tan cerca del mar que deja solamente este estrecho escape. En el tope de esta altura está Huacho, uno de los lugares más ruines que vi en el país. En los suburbios vense chozas indias, de cañas entretejidas, con techos planos de una estera especial sobre la que a veces despa– rraman un poco de barro. La mayor parte de los indios son pescado· res, de raza robusta e intrépida, gordos, rollizos y de buena índole, aunque con facciones más bien tristes. Tienen sombreros manufac– turados con una especie de junco, imitación Jipijapa, pero inferiores; éstos, así como las tabaqueras, se hacen principalmente por mujeres y niños que en cuclillas trabajan al frente de las casas. Los indios de ambos sexos usan larguísimo cabello negro, echado atrás y hecho trenza colgando sobre la espalda. Ambos sexos andan vestidos con el tosco picote azul del país, los hombres con chaquetas y grandes calzones amplios, abiertos en las rodillas, que llegan, sin embargo, casi hasta los tobillos. Las mujeres usan camisas de manga corta, de picote azul, abiertas en el pecho, y enaguas azules espesamente acol.. chadas, llenas, redonpas, y tan largas que no se ven los pies. Hom– bres y mujeres se atan la cintura con faja retorcida de colores, que consideran grande adorno. La clase mejor de mujeres indias tienen una vestidura bajo la camisa tosca de lana hecha de hilo, con peto bellamente bordado, dejando siempre el cuello descubierto. Los ni– ños, si no están completamente desnudos, usan camisitas azules. Lo mejor de la ciudad es la plaza y dos o tres calles; aquí las casas son de construcción más sólida, pero hay gran falta de aseo en toda la ciudad. El polvo fino de las calles cubre absolutamente los zapatos, y como los edificios son de barro y sin blanquear, tienen aspecto sucio e incómodo. Las casas generalmente sujetas al mismo plano, tiene una columnata al frente, que sale del techo chato y se apoya en una pared de adobe de tres pies de alto donde los habitan– tes se sientan y fuman. El interior se compone generalmente de dos antecámaras que ocupan todo el frente. Atrás de éstas hay uno, dos o tres dormitorios y corral al fondo. Esta ciudad y sus contornos son famosos por haber sido largo tiempo cuartel general de San Martín. Su ejército sufrió horriblemente aquí por las enfermedades; 2,000 de los 4,000 hombres que trajo de Chile, murieron en los cuarteles. No había posta donde conseguir caballos, y acudí al gobernador de la cmdad que estaba sentado en un cuarto sucio entre una pila de papeles polvorosos. Así que mencioné el pedido de que me facili· tara caballos para ir a Trujillo, pareció tan desconcertado como si le
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