Relaciones de viajeros

238 !!S'rtJARDO NU&EZ barullo considerable dentro y poco después la puerta se abrió, y uno de los oficiales salió corriendo y sacando la espada llamaba solda– dos, dejando a su compañero en lucha con algunos diputados que lograron expulsarlo. Poco después los dos oficiales volvieron con una partida de soldados que colocaron en las puertas para impedir que nadie saliese de la casa. Los oficiales entonces empezaron a reunir los diputados en el recinto y siguió el espectáculo más risible. Algunos, que sin duda creyeron que iba a llevárseles a la cámara pa– ra ser carneados, traslucían la cobardía más despreciable, y, vestí· dos con medias de seda y diamantes, se escurrían a cualquier aguje– ro o rincón sucios para ocultarse. Los dos oficiales y sus hombres entretanto los cazaban por todas partes y llevaban a la sala como rebaño al chiquero. Allí uno de los ayudantes leyó a los diputados un largo papel, recapitulando toda su mala conducta hacia el Esta– do y Gobierno, y declarando el Congreso disuelto. El Presidente afir– maba saber que siete de ellos correspondían con el enemigo y fue_, ron presos; pero, retirándose los soldados, a los demás se les per– mitió ir adonde quisieran. Resolví ver el asunto hasta el fin y por tanto fui inmediatamen– te al palacio del Presidente, donde se había congregado escasa mul– titud, y vi algunos diputados, a quienes había oído minutos antes protestar contra la grosera violación de la ley y la Constitución, entrando a palacio para ofrecer sus servicio~· y felicitar a Riva Agüero por el paso decisivo que había dado. El Presidente, poco después, se mostró al pueblo y, cuando el populacho gritó: "¡Viva Riva Agüero!'', él replicó que gritasen más bien: "¡Viva la indepen– dencia!'', y explicó .que, por los procederes vejatorios del Congreso, había creído necesaria su disolución, pero qµe, aunque muchos di– putados eran despreciables y traidores, otros eran celosos patriotas, y elegiría entre éstos un Gobierno que sostuviese las libertades del Perú. Por la tarde se publicó un bando diciendo que los asuntos gu_, bernamentales en adelante estarían a cargo del Presidente asistido por un Senado; los nombres de los senadores y sus obligaciones también se publicaron. Durante esta importante revolución hubo poquísima confusión en ]as calles y no se puede dar mayor prueba de la apatía de los peruanos en los asuntos públicos. Para presenciar un espectáculo o seguir una procesión religiosa, siempre se mueven con actividad, pe– ro tratan casi con indiferencia un cambio político que las naciones libres consideran interesantísimo. El día siguiente el Presidente ofreció un banquete al nuevo ga– binete y un número de amigos; se propusieron y bebieron brindis

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