Relaciones de viajeros

14 ~StUÁRDÓ NU~EZ que los dioses del paganismo están hambrientos; mientras que los terceros gritan, más fuertemente, que Satanás se cae como un rayo cae sobre la tierra. Casi envidio su felicidad, aunque no cambiaría mis condicio– nes con las suyas. Solitario como estoy, no desearía estar en otra parte, porque creo que estoy ubicado, donde Dios ha querido que esté, y tengo la plena seguridad de que su obra, en un modo u otro, me concierne a mí. Sin embargo, me deseo a mí mismo el estar en diferentes circunstancias. Me sentiría contento de tener a mi lado a una o más perso– nas, con quienes pudiera siempre comunicarme por los caminos y obra del Señor, y cuyos consejos y trabajos pudieran ser la bendi– ción para mí y para otros más. Usted, mi querido hermano, quien habita en el Monte Sión, no ha experimentado nunca, la desventaja de estar tan solo. Sí yo llegara a su pensamiento, ruego a Ud. que, cuando doble las rodillas ante el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, rece para que su gracia, su misericordia y la paz caigan sobre mí, y pa– ra que la obra del Señor, prospere en América del Sur. En mis cartas a Edimburgo, desde mi llegada a esta ciudad, he expuesto la favorable recepción que recibí acá de parte de San Martín y de otras personas del gobierno. Desde esa época, el estado de cosas, en lo que a política se refiere, ha cambiado considerablemente. San Martín ha renun– ciado a sus poderes en todo el país, y se ha ido a Chile. El Con– greso fue instalado el 20 de setiembre, en cuyas manos dejó todo lo que concierne al Gobierno, y al día siguiente, a las 4 de la tar– de, viajó para Chile. Cuando San Martín tomó en sus manos las riendas del go– bierno, bajo el título de "Protector de la Libertad del Perú", p!O– metió renunciar a toda autoridad, tan pronto como se pudiera reunir el Congreso general; al renunciar en el momento oportuno, dio pruebas de sinceridad ante los ojos del mundo. Durante el tiempo que estuvo en el poder, se corría el rumor que estaba deseoso de hacerse rey del Perú. Su conducta, sin em– bargo, ha mostrado que estos rumores eran infundados. En lo que concierne a mis propios asuntos, yo habría estado contento de que se quedara más tiempo en el país, y, si no me equivoco, el Perú se hubiera beneficiado con su estada. San Martín es un hombre inteligente y de ideas liberales. Es sabido que está deseoso de promover el progreso en América del Sur, y que está libre de esos prejuicios que impiden su progreso.

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