Relaciones de viajeros

244 ESTUARDO NUREZ ganados y rebaños por el desierto, adelantamos algunas leguas hasta llegar al fin de lo que los vaqueros llaman la Loma. Es una especie de pasto que en invierno cubre los cerros arenosos más elevados y entonces alimenta casi toda el ganado del país, pues la hierba de los valles generalmente falta en esa estación del año. Este verdor es producido por densas nieblas ( camanchas) que se asientan sobre los cerros y dan tanta humedad a la tierra, que convierten en suelo grueso la arena seca pulverizada de que parecen formadas estas al– turas en el verano: de horrible desierto, el país conviértese en alegre y habitable. Los indios acompañan sus ganados y rebaños arriba de las montañas en este período, y viven enteramente con ellos, mien"' tras pájaros innumerables de variado y bello plumaje también acu– den para dar la bienvenida a esta resurrección de la Naturaleza. Dejando el ganado vagando a su placer en esta loma verde, re., solví adelantarme, pues los vaqueros dijeron no poderse confundir el camino. Después de pasar la altura que se extiende como dos le– guas volví a baj ar un llano arenoso y estéril. El camino desciende a la costa en dirección de dos chozas indias llamadas Los Pescadores, donde los pasaj eros habitualmente se detienen para refrigerarse con pescado fri to. Era la una del día y, sin comer ni beber nada casi treinta horas, era muy natural me sintiese inclinado a probar la cocina de los habitantes ; desensillando mi mula, dile un atado de pasto ordinario que para ella había traído desde Chancay. El único propósito de los indios al establecerse aquí es que al cavar la arena encuentran agua dulce y pueden sacar buenas utilidades de gente hambrienta como yo. Extendiendo mi pellón en el suelo me acosté para descansar mientras las indias preparaban la comida. Aquí relataré un episodio que ha hecho famoso el sitio en los anales del Perú. Habiendo oído que un soldado usaba medalla por ser uno de los vencidos en Pescadores, pregunté si el orden de las cosas se había invertido en el Perú, otorgándose medallas a los ven– cidos en vez de a los vencedores, y me dieron la sigueinte explica– ción: en tiempo que el general San Martín estaba en Huacho, des– tacaba partidas de caballería del ejército, molestado grandemente por los españoles acuar telados entre Chancay y Lima; los soldados patriotas eran tan entusiastas en este servicio que ninguna fuerza española igual que se les opusiese era capaz de .rechazar el ataque. Avanzando al valle de Chancay una partida de cincuenta patriotas mandada por un teniente ( 1), con el fin de forrajear, el general es– pañol despachó más de 200 lanceros por un atajo para tomar por (1) Juan Pascual Pringles, argentino de San Luis. N. del T.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx