Relaciones de viajeros

250 ESTUARDO NU1'1EZ unos veinte diputados godos que habían quedado en la ciudad cuan– do los otros se retiraron al Callao -y no habían emigrado ahora probablemente porque sus servicios serían útiles en el Congreso para sus amigos realistas-, creyendo la presente buena oportunidad para ejecutar sus planes, sesionaron y declararon traidor a Riva Agüero, y nombraron presidente de la República al marqués de Torre Tagle. Este noble tenía mal carácter y era jugador incorregible. Era casado con la viuda de O'Higgins, hermano del famoso virrey de ese nombre y tío del exdirector de Chile; con esta dama tuvo gran for... tuna, pero nada bastaba a .su prodigalidad. Con todas sus propieda– des del Perú hipotecadas a españoles y siendo además de índole inquieta, fue el primero que pensó en llamar a San Martín (en ese tiempo empeñado en libertar a Chile) como medio único de volver a ser persona importante. En aquel tiempo era gobernador de Trujillo, nombrado por los españoles, y aceptó esta provincia con preferencia a La Paz, para estar en mejor situación de llevar adelante sus planes traidores. Así que San Martín llegó con la expedición a la costa del Perú, el marqués levantó el estandarte de la inde¡pendencia en Tru– jillo y ayudó en grande a los patriotas suministrándoles hombres, dinero y víveres que les enviaba de su departamento. Cuando San Martín se declaró "Protector del Perú" nombró a Torre Tagle, con título de marqués de Trujillo, jefe delegado al frente nominal del Gobierno. Se hizo aceptable a San Martín en esta posición por ser instrumento dócil, y su nombre e influencia, en donde no había tras– cendido su mala reputación, añadían cierto prestigio a la causa de la libertad que surgía. Cuando fue depuesta la junta suprema, a princi– pios de 1823, el Congreso lo eligió Presidente de la República pero, como antes se mencionó, las tropas resistieron tal medida, y se nom– bró a Riva Agüero en su lugar. Por tanto, Torre Tagle no apareció más en la escena política hasta julio de 1823, cuando los veinte diputados realistas volvieron los ojos a él, como rival a propósito que oponer a Riva Agüero. Pro– bablemente nunca hubiera existido como político a no ser su fácil condescendencia que lo hacía apto para instrumento manejado por manos extrañas; solamente por esta razón lo ocuparon San Martín, el Congreso y Bolívar. Su aspecto, al principio~ según he oído, im– presionante, cuando yo le vi era muy diferente; había engrosado y estaba abotagado por la bebida a que tanto se aficionó últimamente, que rara vez se le podía ver por la tarde para hablar de negocios. El 13 de agosto, ya mejorada nuestra sirvienta lo bastante para moverse, volvimos a Lima y nos instalamos en los departamentos poco ha ocU¡pados por míster Robertson, que por este tiempo salió

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