Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 251 del Perú para Inglaterra en el bergantín Atahualpa como enviado del Gobierno. Las mulas en esta época eran tan escasas, a causa de la arreada hecha por los españoles, que costaba más llevar merca– derías del Callao a Lima que traerlas de Inglaterra; pagué, en efecto, tres y media guineas por un carrito y dos mulas, que llevó carga de una tonelada a la ciudad; y por un carruaje para la familia, tirado por dos mancarrones, el dueño me extorsionó el mismo precio. En nuestro camino a Lima pudimos ver muy claramente los lugares re– cientemente ocupados por el ejército español, con el suelo cubierto de trapos, huesos, etcétera; el olor más desagradable predominaba aquí, no sé si por los cadáveres enterrados o por los restos de osa– mentas carneadas. El país inmediato al camino no era más que pam– pa árida, con paredes demolidas para utilizar los ladrillos en cons– truir cocinas para los soldados. La "ciudad de los Reyes" salía de la tristeza que la había dominado largo tiempo; y como no existía ya el horror del enemigo, el placer empezaba a restaurar su reinado sobre una población cuya máxima parecía ser que el único fin de la vida es gozar. Durante esta breve pausa política, será bien consignar algunas referencias sobre los ha– bitantes de Lima, combinando observaciones propias con datos au– ténticos que recibí de varias procedencias. Se entiende que las observaciones generales que ofrezco son resultado del conocimiento que tuve durante casi un año de residencia; pero, naturalmente, en varios puntos estoy sujeto a errores que un conocimiento mayor rectificaría.
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