Relaciones de viajeros

254 ESTUARDO NU~BZ hasta abajo de la cintura. El vestido de casa es también lo que en inglés se diría traje sumamente suelto: consiste en batán holgado de muselina blanca o de color, ceñido al pecho mientras deja el cue_, llo descubierto, excepto cuando un chal se echa negligentemente sobre los hombros; como no usan corsés, sus figuras aparecen así muy poco favorecidas. Aunque no usan adornos artificiales en la cabeza, algunas veces las damas arreglan el cabello de adelante en trencitas, donde prenden algunas flores naturales. Siempre tienen a mano una canastilla con flores frescas para ofrecer a los visifantes y se estima como el mejor cumplimiento que se puede hacer a un caballero. Aunque las limeñas se cuenten entre las mujeres más édables del mundo, tienen poca sociabilidad, y casi se desconoce el trato do– méstico entre las familias. Sus placeres no son tan castos; y las ter_, tulias de Buenos Aires no se practican mucho en Lima. Por esta razón los residentes ingleses hallan sumamente difícil reunir número sufi– ciente de damas aun para dar baile, y las que asistían eran principal– mente de Buenos Aires, Chile o Colombia. Al mismo tiempo las lime– ñas irían como tapadas, parándose en puertas y ventanas para presenciar el alegre movimiento de adentro. No vacilan, en estas ocasiones, en mezclarse con mujeres de la peor clase y negras, en la confianza de permanecer desconocidas a menos que algún accidente desarregle o haga caer el manto que oculta el rostro. Como las casas se abren completamente durante el baile para que corra todo el aire posible, las tapadas son serio impedimento para el orden de la di_, versión; en los intervalos a veces la sala de baile se despejará, mien– tras los hombres andan a caza de sus parejas, que quizás se han echado un gran chal que envuelve cabeza y hombros y disfrutan el cigarro favorito en algún obscuro rincón. Ambos sexos de cualquier condición fuman en Lima; la primera cosa que toman por la ma_, ñana al despertar es el cigarro y también se acuestan de noche con él en la boca. Es fácil figurarse el disgusto de un inglés al contemplar una mujer bella que con delicada mano saca el cigarro de los labios ennegrecidos, para descargar en el suelo, con el injurioso jeringazo de establero inglés, la saliva recogida en la boca. Se juega con gran exceso en Lima, por hombres y mujeres, y algunas de las familias más opulentas continuamente están por · el juego en la pobreza. Una viuda respetable, de mi relación, tenía renta superior a f.7 .000 anuales, y aunque gastaba ¡poco en su manera de vivir, siempre se hallaba endeudada por entregarse a este vicio; y su hija, de catorce años, era considerada muy aficionada a todos los juegos.

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