Relaciones de viajeros
264 ESTUARDO NU1'!BZ edificio. Averiguando, supe que aquellos envoltorios contenían ca– dáveres de niños, dejados allí hasta que la caroza pública viniese para llevarlos a enterrar. Esta carroza recorre todas las iglesias para recogerlos. Como nada se averigua tocante a los padres, ni se investiga la causa del fallecimiento, no puedo menos de sospechar que, en lugar tan inmoral como Lima, el infanticidio sea muy frecuente. El tañido de las campanas forma parte importante de las ce– remonias religiosas de Lima, y hacen un ruido tan aturdidor, que imlposibilita escuchar nada atentamente durante los repiques. Las campanas realmente son muy musicales, pues el bronce que las com– ponen tiene mezcla considerable de plata; pero se tocan del modo más discordante. En vez de hacerlo armónicamente, como en In– glaterra; se atan guascas a los badajos y, determinadas veces, su.. ben muchachos al campanario y, balanceando los badajos de todas al mismo tiempo y a dos lados, producen la combinación más bárbara imaginable de ruidos. Un fraile que había estado en Ingla~ terra decíame que los ingleses tienen muy buenas campanas, pero no saben tocarlas. Monteagudo, primer ministro de San Martín, prohibió que las campanas sonaran más de cinco minutos cada vez y reglamentó el número de toques diarios; pero esta disposición fue abolida des– pués por profana e irreligiosa. El 8 de septiembre, mi esposa dio a luz una criatura, y, desean– do cristianarla, consulté con las amigas en cuya casa vivíamos. Me congracié completamente con ellas por este paso y una de las da.. mas me rogó la permitiese ser madrina, que en Lima se considera gran cumplimiento. Se señaló el día siguiente para la ceremonia y fuimos en carruaje a la catedral. La criatura, adornada para la ocasión, era llevada por la sirvienta de la familia. Al llegar al templo pasando ante una multitud reunida para presenciar el bautizo, nos guiaron a una capilla lateral, donde estaba la pila bautismal. La ce– remonia fue oficiada por un canónigo, amigo ·particular de la ma– drina. Después de concluída la ceremonia, la madrina distribuía entre la multitud un saco de moneditas llevadas al efecto, según es costumbre, mientras nos trasladábamos al palacio arzobispal, con.. tiguo a la catedral, pues el venerable deán deseaba honrar al niño con bendición especial. En el Perú, más todavía que en España, la madrina y el padrino del niño se consideran parientes de la familia, y la intimidad más estrecha se mantiene entre ellos; en efecto, la vinculación se considera más que una relación ordinaria, y los tí– tulos de comadre y compadre son palabras de especial estimación y afecto.
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