Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 277 este consejo se manifestó la mayor insubordinación entre los oficia– les. Santa Cruz era favorable a avanzar hasta Puno, pero Soulanges, oficial francés que se había distinguido en la pelea de Zepita, decla– ró amotinadamente que el resto del ejército podía ir a donde qui– siera, pero que él y su escuadrón de caballería marcharían directa– mente a la costa; amenaza que ejecutó, cuando Santa Cruz halló las tropas en tal mal estado que era imposible alcanzasen la división co– lombiana antes que los realistas les volvieran a pisar los talones; por tanto se metió en la cordillera donde alcanzó de noche la par.. tida de Soulanges; tomándose erróneamente por enemigos, se tra– bó un combate que terminó con la dispersión completa de los restos de esta expedición desgraqiada. Todo el bagaje Jue saqueado; ni siquiera se respetó el equipaje de Santa Cruz, y la caja militar con 10.000 duros fue robada. En seguida, como 1,200 hombres de todo el ejército llegaron a Moquegua en el estado más deplorable, sin armas ni ropas: y así terminó esta desastrosa e infortunada empresa en que se habían ci– frado tan ardientes esperanzas y cuya preparación había costado al Gobierno independiente no menos de un millón de duros. El gran error parece haber sido poner un oficial joven y sin experiencia al frente del ejército tan mezclado e indisciplinado: gran parte de la expedición se componía de reclutas novicios, tomados y conduci– dos a bordo, y tenían que hacerse soldados en el tiempo que debie– ran dedicar a prepararse para el servicio activo. Riva Agüero había puesto a Santa Cruz en esta situación porque lo sabía su criatura, y confiaba que el crédito a ganar en la empresa, le afianzaría sólida– mente en la presidencia obtenida mediante la ayuda de Santa Cruz. Si el mando se hubiera dado al general La Mar, con Miller de segun– do, es muy probable que el resultado hubiese sido muy diferente. Santa Cruz sin duda era valiente, pero sin conocimento y discreción; Gamarra, que actuaba a sus órdenes, era buen táctico, pero carecía de coraje ·y virtud, y desagradaba a todo el mundo. El primer desa– tino fue no incorporar la división colombiana inmediatamente de llegar; pero el ejército estaba entonces entero y Santa Cruz no con– sentiría jamás a nadie participar de la gloria que esperaba conquis– tar. Otro gran error fue que cuando logró interponerse entre Valdez y Olañeta no marchó y atacó a éste para llevarlo por delante hasta territorio argentino; allí Olañeta no obtendría ningún auxilio, mien– tras los patriotas reclutarían fuerzas sin dificultad evitando la re– tirada más desastrosa. El error más fatal y evidente fue separar la artillería y municiones del grueso del ejército, medida que un mu– chacho de escuela difícilmente habría tomado; es lo mismo que si

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx