Relaciones de viajeros
280 ESTUARDO NUÑEZ que venía de Lima a ·marchas forzadas. A Santa Cruz, sin embargo, no le gustaba la idea de entregar el mando a Sucre, como habría estado obligado a hacerlo, de conformidad con la autoridad con– ferida al último por el Congreso. Entretanto llegó noticia a Arequipa de la probabilidad del pron– to arribo de Canterac a Puno para unirse con Valdez; y el general Sucre escribió a Lima ser su intención marchar inmediatamente sobre Puno para cortar a Canterac, dejando que Santa Cruz hiciera cara a Valdez, para lo que, después de la supuesta derrota en Zepita del último, naturalmente se le creía habilitado. Se conjeturaba que las fuerzas de Sucre serían más o menos iguales a las de Canterac, cada ejército de 3,000 hombres, habiendo Canterac dejado al gene– ral Lóriga con 2.000 hombres para retener la fuerte posición de Huancayo, en el valle de Jauja. Por tanto, el general Miller se apuró con la caballería en dirección a Puno, y Raulet con las avanzadas llegó a doce leguas del enemigo y destacó un piquete para obtener noticias. El momento era muy crítico para el Perú: se supo ahora que Santa Cruz y Valdez se encontraban tan cerca que una acción pa– recía inevitable, y se creía a Canterac tan próximo a Puno que se dudaba quién llegaría primero, si el general Miller o él. El piquete de Raulet en este momento le envió la noticia desastrosa de la de.– rrota de Santa Cruz y que una fuerza superior española marchaba contra él, de modo que no le quedó más que retirarse; y este va– liente oficial tenía completa razón para desconfiar que el enemigo alcanzase su retaguardia y lo cortase del grueso de los patriotas. En consecuencia, se retiró precipitadamente, pero en buen orden, resol– viendo con su osado escuadrón intentar abrirse camino contra cual– quier fuerza que se opusiese a su avance. Llegando a Arequipa, en• contró que la división colombiana del ejército se había ya retirado sin confusión hacia la costa, pues fue estrechada por todo el ejército español; y Raulet fue con tanto calor perseguido dentro de Arequi– pa, que se vio obligado a disponer que sus hombres de a uno galo– pasen por las calles angostas para volverse a reunir en la plaza, en vez de marchar despacio por el lugar en un cuerpo. Apenas se hubie– ron formado allí cuando se vio entrar los españoles en corto núme– ro por el otro extremo de la ciudad, y como la mitad del impetuoso escuadrón de Raulet cargó inmediatamente al enemigo sin tener órdenes haciendo retroceder la guardia avanzada realista; pero, en– trando el cuerpo principal, los "intrépidos patriotas fueron hechos pedazos, peleando hasta el último. Habiendo el general Sucre evacuado Arequipa, donde se de-
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