Relaciones de viajeros
18 ESTUARDO NU~EZ frutos de los mejores. ¡El Señor reina, dejemos que el mundo sea feliz! Respecto al clima de este lugar, estamos justamente dentro de la zona tórnida: latitud de 12? 2' 51" S. Hace pocos días tuvi– mos acá el sol vertical, cuando pasaba sobre nosotros rumbo al sur. 1 No obstante nuestra proximidad al Ecuador, gozamos de una temperatura muy agradable. En invierno el sol apenas aparece; en primavera sale más a menudo, y en verano, deja su reserva y, de su trono vertical, mira hacia abajo con toda su magnificencia. De 10 de la mañana a 2 de la tarde, hace bastante calor, pero a esta hora, una brisa refrescante viene del sur, lo cual es muy agradable. En general, se dice que en Lima no llueve; sin embargo, esto no es del todo correcto. Llueve un poco en el invierno, pero las gotas, cuando se pueden reconocer como tales, parecen haber pasado a través del más fino tamiz para lluvia. En pocas pala– bras, es más bien llovizna que lluvia, aunque algunas vec s tam– bién pueda llamársele lluvia; y, cuando esto sucede, la gente de Lima la llama una fuerte lluvia.. Antes de venir acá, frecuentemente oía denominar a este cli– ma, como no saludable. Aunque hay bastante terciana, no consi– dero este lugar insalubre. Por mi parte, nunca he gozado de me– jor salud que la que tengo ahora y desde que vine a esta ciudad.. ¡Glorificado sea Dios por esta preciosa bendición! Hay algo terrible a lo que está sujeta la ciudad; me refiero a los temblores y terremotos, y supongo que no hay lugar más sometido a ellos. Desde que vine acá, hemos tenido varios reme– zones; el peor fue el 14 de setiembre. Fui despertado por el ruido más terrible, a las 3 y 15 de la madrugada, y no sabía qué era, considerando la parte del mun– do en que estoy. El ruido continuó por varius segundos y de pronto aumentó. Luego siguió un sacudón, e hizo moverse la casa, en tal forma, como si toda ella fuera a derribarse sobre la tierra. A esto siguió, por varios segundos más, un fuerte sonido hueco que luego cesó, y todo quedó quieto como antes de comen– zar; y aquellas personas que salieran corriendo de sus casas, re– gresaron muy tranquilamente. Estos fenómenos ocurren frecuentemente. Me parece que acá, hay cerca de 30 temblores en el curso del año; a pesar de eso, son raros los que causan fuertes destrozos y derrumbamien– to de casas.
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