Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 283 en la retirada para que no cayesen en manos del enemigo. Miller, sin embargo, creyó poder arrearlos con seguridad por la costa hasta Lima; y consiguió permiso de Sucre para intentarlo, pues eran muy valiosos, y llevó a cabo la empresa con mucho crédito para él. En– tretanto, la expedición chilena, que no quería inmiscuirse en las di– sensiones del Perú y se oponía probablemente a ponerse al mando de jefes extranjeros, cuando fue acosada por Valdez (q·lien, a la par– tida de las fuerzas de Sucre, marchó de Arequipa a Moquegua), de– golló numerosos lindos caballos traídos para remonta, y se embar– co de regreso a su país. Así terminó una campaña que, bien dirigida, habría sido la úl– tima del Perú, pues los patriotas nunca tuvieron ejército tan nume– roso y respetable, y los españoles, desde su primera retirada de Li– ma, nunca se vieron reducidos a tales apuros. Incluyendo peruanos, colombianos y chilenos hubo en Intermedios en un tiempo 10.000 patriotas, mientras los españoles jamás les habrían opuesto más de 8.000 hombres, la mayor parte cansados y deshechos por las mar– chas. Después también resultó que Valdez habría sido completa– mente copad.o, pues las fuerzas de Canterac nunca avanzaron cerca de Puno y no hubjeran llegado a tiempo para protegerlo si las tres divisiones patriotas se hubieran unido. Debe admitirse que a los es– pañoles les acompañó mucho la buena suerte, pero Valdez cierta– mente mereció el mayor crédito por su prontitud y actividad. Su vida era la de un espartano, sencilla y austera; su único de– leite era la guerra, pero su índole de ningún modo era cruel, como lo demostró el afecto personal que siempre le tuvieron los pacíficos habitantes del país. Cuando volvió a entrar en Arequipa, promulgó amnistía general, lo que fue mucho reprimirse de su parte, después de la manera decidida con que los habitantes habían expresado sus sentimientos al recibir la expedición de Sucre; también envió a un español, coronel al servicio de los patriotas, dejado herido en La Paz, pasaporte para seguir a Buenos Aires sin molestia, así que estu– viese bastante restablecido. Su carácter es muchísimo el de los pri– meros conquistadores de América, sin su ferocidad; valiente, per– severante y paciente en las dificultades más duras, apenas conocía el valor del dinero y la persona que servía su mesa se veía con fre– cuencia obligada a pedir prestado unos pocos duros para la comida frugal. Se decía que rara vez se permitía el lujo de un lecho; sino que envolviéndose en su capa de soldado de caballería, hallaba aquel reposo a menudo no encontrado en cama de plumas. Casi siempre estaba a caballo y se había acostumbrado a dormir bien aun en esa posición. Fue el enemigo más obstinado de la independencia del

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