Relaciones de viajeros
288 ESTUARDO NU~EZ Riva Agüero en Trujillo, hubiese disuelto y dispersado el Congreso con fuerza militar y opuéstose a las autoridades constituídas del Estado, sus intenciones pudieran discutirse; pero considerando su temperamento altivo no acostumbrado a someterse y la amplitud de su influencia militar, me parece haber procedido con gran conside– ración por Riva Agüero y gran desinterés para el Perú. La defección de Riva Agüero y sus consecuencias inmediatas puede tenerse quizás como la calamidad más grave de la causa pa– trióta, aun entre todos los muchos desastres que la a9ompañaron. De actuar de concierto con Bolívar todo hace suponer que la gue– rra hubiera terminado en· una sola campaña, y al principio el mismo Riva Agüero no parecía esperar que los intereses de ambos choca– sen para la consecución de un fin común. Al frente del Gobierno de Lima, por sus talentos, actividad y popularidad habría levantado y suministrado rec~rsos de hombres y dinero; mientras Bolívar con su experiencia y el terror de su nombre, apoyado en las fuerzas co– lombianas, se llevaba por delante a los realistas. Los españoles con– tinuaron dos años dominando en el Perú, no por ningún mérito propio fuera de la unión y firmeza, sino por los sucesivos desatinos, celos y mal manejo de los adversarios. En efecto, durante algún tiempo, los generales vieron que nada harían mejor que permanecer quietos en sus cuarteles, mientras los patriotas echaban a perder su propio juego. Al fin, los españoles resolvieron proceder decisi– vamente y por tanto bajaron a Lima; este fue el único error grande que cometieron, y si los patriotas hubieran sido capaces de aprovecharlo, debía haber sido su destruccfón. Así que el Congreso y Torre Tagle supieron que Riva Agüero, por traición de la Fuente, estaba preso, enviaron instrucciones a Bolívar de hacerlo ejecutar lo mismo que a su principal asociado y soporte, Herrera, que fue tomado junto con él. Bolívar, sin embar– go, no creyó conveniente cumplir estas órdenes sanguinarias; pro– bablemente por ser demasiado prudente para exasperar de este modo a los peruano~ entre quienes Riva Agüero era muy querido; envió los dos prisioneros a Guayaquil y después llegaron a Inglate– rra, vía Gibraltar.
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