Relaciones de viajeros
290 ESTUARDO NU&EZ c10n de presidente, y nombró a Torre Tagle. En seguida se publicó un código de leyes impreso, que se leía bien en el papel, pero no se pensaba ejecutar. También hizo una gran reforma importantí– sima cambiando el santo patrono de los ejércitos, pues no había tenido éxito con el anterior; y, por último decretó una renovación del juramento de independencia, que se realizó pocos días des– pués con grande esplendor y ceremonia. Se levantaron tablados en diferentes puntos de la ciudad y a ellos marchaba el gobierno en procesión al frente de tropas y se leía un largo documento conte..1 niendo las principales prescripciones de la Constitución. Cuánto más prudente habría sido elegir un gobernador eficaz en Lima que hiciese algo por restaurar el crédito del país, poner al comercio sobre cimientos convenientes, administrar justicia igual para todos, inducir a los propietarios de los fundos que rodeaban la capital a cultivarlos, y levantar refuerzos para el ejército. La nueva Constitución, además, abolió los títulos de nobleza, reduciendo todas las clases al simple rango de ciudadanos, y el marqués de Torre Tagle ahora firmaba Ciudadano Tagle, presiden– te; y el conde de San Donás, ministro de la Guerra, se redujo a simple don Juan Berindoaga. Ninguna medida pudo calcularse me– jor para disgustar a las clases superiores, raza débil afeminada, cuya única gloria largo tiempo había sido el rango y las cruces. La política de San Martín cuando se apoderó de Lima, fue muy dife– rente: apercibido del gran punto débil del carácter peruano, una de sus primeras medidas fue fundar la Orden del Sol. Se censuró mucho en Europa este proceder, pero no fue acción de vanidoso sino de hábil político: él sabía que la nobleza limeña sería atraída por bagatelas vistosas y honores vacíos y que éstos la mantendrían de buen humor; pero privada de los que antes poseía inmediata– mente lamentaría en silencio el antiguo estado de cosas, durante el que fue respetada y envidiada. No puedo dejar de presumir que esta medida impolítica fue iniciada por el partido español del Con– greso: su intuición era más honda; conocían que el Perú no estaba preparado para tal medida y que de es~e modo minaban secreta– mente la causa republicana, al mismo tiempo que se suponía gene– ralmente la sostenían con decisión. Lima empezó otra vez a disfrutar un poco de alivio y tranqui– lidad, pues no se manifestaba allí ninguna causa inmediata de alar– ma, aunque las fuerzas de Bolívar estuviesen a distancia considera– ble. No se esperaba que los españoles intentasen recuperar Lima en esta estación del año, J?Ues se debilitaría su posición de Jauja; y jamás se quedarían mucho tiempo en la ciudad mientras los patrio-
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